Diario del Estado de Alarma (Día 78): ‘Monarquía y Tauromaquia’
Análisis de la situación nacional y de la Tauromaquia
En un golpe de efecto de gran eficacia, el mismo día que el ministro Uribes serpenteaba escurridizo sobre ayudar o no ayudar al toreo, la Unión de Criadores de Toros de Lidia, posiblemente desde la cautela inteligente de Juan Pedro Domecq, se llevó el gato al agua. No importa la reacción previsible y hasta deseada de los antis y demás radicales. Todo lo que haga el Rey, para cierta gente, es una afrenta, no por el hecho en sí, sino por quien lo hace. Pero, lejos de ser una coincidencia, el discurso del representante del Grupo Republicano en la Comisión de Cultura y el gesto de la Casa Real son las antípodas de dos posturas irreconciliables en este país llamado España.
Irreconciliables, por una parte, quede claro. La otra parte tiene un certificado de garantía de una tolerancia inmaculada. Sólo una Monarquía que cumpla escrupulosamente con la Constitución, con su espíritu, que observe de forma intachable la tolerancia, libertad y derechos de todos, puede asumir sin complejos que, en su paraguas, el de un Parlamento, cargos electos se denominen, defiendan y hasta cobren sueldo como republicanos. Sólo desde una altura de miras grande y exenta de cualquier sectarismo, se admite como natural que un republicano trate de lograr la República dentro del amparo de las reglas de juego de una Monarquía Parlamentaria.
‘Sólo desde una altura de miras grande y exenta de cualquier sectarismo, se admite como natural que un republicano trate de lograr la República dentro del amparo de las reglas de juego de una Monarquía Parlamentaria’
Esto, al revés, no rima. Desde la Casa Real o desde cualquier institución que roce en algo o en parte a la Monarquía, jamás se ha alzado la voz contra el caballo de Troya que consiste en introducir dentro de un Parlamento a un grupo cuya finalidad es derrocar a la Monarquía. Cambiar el modelo de Estado. La democracia es justo eso, dar y conceder la posibilidad de que otra idea pueda sustituir y hasta terminar con la propia. Pero, eso no sucede desde el otro lado.
Hay una especie de matonismo verbal, un sacar pecho frente al otro, una argumentación de sicario, una violencia verbal inaudita, osada y hasta vulgar en aquellos que, a la vista de su libertad, la usan de forma grosera. Todo este matonismo de barra de bar se resume en esa forma verbal del representante de los Republicanos al reincidir en el acto de tortura cometido por los de la Tauromaquia, en medio de una pandemia y en un contexto relajado pues la cultura amansa a cualquier fiera.
‘La normalidad democrática es normal menos en casa del republicano, o del anti monárquico, o del anti toros, o del anti lo que sea. Pero lo que es natural no deja de serlo porque, unos muchos o pocos, pongan el grito en el infierno de sus sectarismos’
Es un ejemplo claro de quién es quién. Qué método usa cada cual. Cuál es el grado de tolerancia de cada uno. S.M. El Rey ha hecho algo que, no por inusual, sería de una natural normalidad dentro de una democracia sin minas en su suelo. Hablar con un cargo electo, Toño Bañuelos, presidente de una asociación ganadera de rango histórico, productivo, ecológico y cultural. Parafraseando a Iglesias, esto produce urticaria, pues nada, un poco de pomada y arreglado.
La normalidad democrática es normal menos en casa del republicano, o del anti monárquico, o del anti toros, o del anti lo que sea. Pero lo que es natural no deja de serlo porque, unos muchos o pocos, pongan el grito en el infierno de sus sectarismos. La Casa Real es una institución transversal en espíritu de convivencia en donde todos caben y nadie queda fuera. Incluso el republicano. Posee, valga la comparación, el mismo espíritu de inclusión transversal que la Tauromaquia. Al campo y al tendido acude quien sea, da igual credo, raza, sexo, idea política o tendencia sexual.
¿Por qué entonces lo más transversal en tolerancia provoca tanta urticaria? Una cuestión que debería más bien contestarse desde el terreno de la psiquiatría o desde el de la psicología o estudio patológico. Ni la Casa Real puede responder a una corriente de ira, ni el toreo tiene respuesta válida para explicar su odio hacia él. Pero, lo que causa más tristeza a cualquier inteligencia, es esa fórmula de igualar lo tradicional, lo duradero en el tiempo, con un algo atrasado, viejo, decadente y, por tanto, un lastre o resquicio totalitarista. Y, por otro lado, lo nuevo y joven en la historia, siempre moderno, avanzado, más libre y más democrático. Qué tendrá que ver la velocidad con el tocino.
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