Diario del Estado de Alarma (Día 58): ‘El humano suceso del gato «Negrito»‘

Análisis de la situación nacional y de la Tauromaquia.



De los nombres de los casi 27.000 muertos por la neopeste en España, no se conoce el nombre de ninguno excepto de un gato llamado ‘Negrito‘. La sensibilidad humana naufraga en el mar del bestialismo. Ese nuevo ismo pandémico que no transita en el animal de ciudad sino en dirección a sus amos. Los amos del animal/ciudad no son culpables de nada. Los millones de dueños de una mascota no son importantes para saber porqué, en tantos casos, eligen afectos fuera del ser humano. No importan hombre por hombre, mujer por mujer. No importa su soledad, su abandono, las residencias a donde llevamos ancianos para liberar un espacio ocupado luego por una mascota. Jamás serán importantes uno a uno, ser a ser, humano por humano. Lo son porque son millones. Y millones significa negocio. ‘Negrito’ sólo es noticia por formar parte de un negocio.

He sufrido en mis carnes, los últimos días, la avalancha de calificativos más brutales que se le pueden dedicar a un ser humano. Ha sido después del ‘Querida Princesa’, artículo publicado como argumento sencillo a Sara Sálamo. He procurado, en Twitter, dar a cada llamada de ‘machista’, ‘nazi’, ‘asesino’ o similar, un ‘me gusta’. Y es que me gusta. Una siente más libertad cuanto más grande, más intenso, más lleno de ira, pero menos argumentado, es el insulto. Todos ellos forman parte de un lo mismo, el resultado de una sociedad radicalizada por inculta que sólo se avergüenza de no saber insultar con más palabras. Se les acaban y se repiten con la insistencia de la mosca en el cristal.

‘Pienso porqué no hemos intentado poner nombre y rostro a cada uno de los casi 27.000 hombres, mujeres y niños muertos estos días. Porque no son noticia. Son noticia en su cifra, no en su ser. Noticia por ser muchos, decenas de miles, no por ser Juan o Ana

‘Negrito’, su nombre en noticia de telediario, su repercusión mediática y en redes, en la normalidad de la insistencia en el cristal de la ventana: cree que puede escapar porque ve luz. Pero se tropieza una y otra vez con el mismo calificativo. Pienso porqué no hemos intentado poner nombre y rostro a cada uno de los casi 27.000 hombres, mujeres y niños muertos estos días. Porque no son noticia. Son noticia en su cifra, no en su ser. Noticia por ser muchos, decenas de miles, no por ser Juan o Ana. Francamente, que una parte grande de la sociedad mire hacia otro lugar que no sea el rostro de Ana y de Juan muertos, me parece un fracaso. Un gran fracaso, disimulado por la existencia de un sentimiento okupa, un sentimiento sustitutivo, un sentimiento que suplanta, reemplaza, releva al sentimiento afectivo y natural humano: la sensiblería hacia el animal de cada casa.

A mí me preocupa más el porqué de tanta mascota en las casas. La razón hacia las soledades, las razones para derivar cariños. Porqué tanto okupa mascota en el espacio vital de un ser humano. Porqué el suicidio de un español cada cuatro horas. Una preocupación que no tiene el negocio mundial de las mascotas, de más de 50.000 millones de dólares al año. Con una parte dedicada a las pestes, no tendríamos pestes, ni pobres, ni hambrunas. Pero si digo esto, además de ser insultado, no me indultan por los siglos. Pero lo digo.

Jamás fui en contra ni contrario a la bondad o sentimiento de una persona que posee una mascota. Me interesa más porqué la tiene que el hecho de tenerla. Lo que me aterra es que con la suma de millones de esas bondades y razones particulares, se ha creado una filosofía, una creencia, una sociedad, una neopolítica y hasta casi un nuevo modelo de bienestar, promovido por un negocio oscuro. El más boyante de la actualidad y que consiste, en su gran parte, en retroalimentar las sensiblerías de los habitantes de las ciudades para crear un flujo creciente de mascotas a las que cubrir sus necesidades. Puede que haya muchos hogares que ahora hayan de priorizar a quien alimentar. Humano/animal.

‘El mundo ya priorizó. Guste o no guste escucharlo, el mundo ha priorizado ya 50.000 millones de euros destinados al bienestar no humano’

El mundo ya priorizó. Guste o no guste escucharlo, el mundo ha priorizado ya 50.000 millones de euros destinados al bienestar no humano. Cada vez que he publicado o escrito sobre este argumento, que creo es clave sobre cualquier asunto ‘animalista‘, se produce una reacción tan violenta en una parte considerable de la gente que posee animales de casa. Y suelen ser coincidentes con esos que estos días me han calificado de ‘machista‘ y ‘nazi‘ o ‘asesino‘ por animar a matar animales, toros bravos. Después de más que quince años analizando el ‘animalismo‘, tengo la convicción de que forma parte de un todo. De los nuevos ‘ismos’ que están sustituyendo un modelo de sociedad por otro. Una política por otra. Una economía por otra. ¿Loco? No. Me hice el test. Cada insulto es un test negativo de mi locura.

Para ir terminando este diario, acudo a Schopenhauer, porque acudir a mi mismo es ombliguismo: ‘El animal conoce la muerte sólo cuando muere. El hombre se aproxima a su muerte con plena consciencia de ella en cada hora de su vida’. Acudiendo a mí: un animal no sabe que enfermará, no sabe que morirá. Un ser humano se diferencia en su transcendencia. La muerte, el dolor, la enfermedad, le transciende. Nada más nacer sabemos que uno puede enfermar, sufrir dolor, morir. Y, lo peor, que un ser querido puede sufrir y morir. Hay paz para ‘Negrito‘, que supo de su muerte al mismo instante de morir. Sin embargo, ¿qué paz es la que descansa en los 26.621 muertos anónimos? Todos con sus días de espera ante la muerte, su consciencia de ella, su diálogo con ella, al pie de la cama la calavera con su guadaña, de su dolor, y los días de espera lenta de muerte de sus amigos, amantes, hijos, nietos.

Y, ahora, que entren hasta la cocina todos y cada uno de los insultos.

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