Diario del Estado de Alarma (Día 57): ‘Dimitir, abandonarse y renunciar’

Análisis de la situación nacional y de la Tauromaquia7



Dimitir. Del verbo dimittere: dejar de ejercer de algo. Ha dimitido no se escribe porque aquí no dimite ni el que asó la manteca para probar un horno. Dimitir en política no existe. Y cuando sucede por causa de conciencia, como es el caso de Yolanda Fuentes, de Sanidad de la CAM, en vez de loar la dimisión como acto noble, se la transmuta en indecencia y debacle del lugar de donde se dimite. Renunciar, dimitir. Grandiosos paisajes. En el toreo nadie puede dimitir. Un día Dámaso González me dijo: ‘los toreros no nos vamos, nos echan’. Los públicos, esa gran democracia implacable que avisa de que el tiempo, cargo, posición que alguien ocupa en el toreo, han de dejarse. Pero, claro, eso en política, no existe.

Pero, ni siquiera cuando un torero se va, dimite. Sigue siendo torero. Creo recordar que cuando en RNE Curro Romero anunció su retirada, dijo más o menos que se retiraba de “su negocio”, es decir, de torear. De torero no se retiraba. Uno no se pude retirar de su arte nunca. Se lleva para siempre y es irrenunciable. En realidad el toreo es el arte de la renuncia continuada. Todas las grandes lecciones del torear llevan pegada la sangre y hacen del toreo no un arte de valientes, sino de un arte de gente que renuncia al miedo.

‘Un torero se va por decoro, decencia, honorabilidad, por tiempo y por espacio. Mejor un minuto antes de estar de más porque es mejor que te echen de menos. Es una gran lección de vida’

Un torero se va por decoro, decencia, honorabilidad, por tiempo y por espacio. Mejor un minuto antes de estar de más porque es mejor que te echen de menos. Es una gran lección de vida. No la hay en lugar alguno, menos en esta política sin honor, de huecas palabras y escaso talento. Si será así que Pablo Iglesias se ha convertido en el más talentoso a través de sus discursos de moral victoriana. Parece un monje asceta subido al atril con voz de coro infantil. Definición de serpiente. Los políticos sólo abandonan cuando pierden, cuando los echan. Eso, lejos de tener mérito, es indecencia.

El señor Illa, de Sanidad, que tiene cara de saber enseñar muy bien la raíz cuadrada de diez con cinco, tiene tantas razones para dimitir como para avergonzarse de no hacerlo. Pero se irá, abandonará, cuando pierda. Cuando lo expulsen. Un feo abandono. Porque, el toreo, todo ello, es abandono. Torear, además de tener que estar ojo avizor del toro, es renunciar y abandonarse. Renunciar al miedo y dimitir del riesgo. Abandonarse. Podría ser el toreo esas hojas de otoño que se amontonan abandonadas y que, sin embargo, forman casi una melancólica obra de arte en el suelo. De la misma forma que caen del árbol, se torea cuando se torea.

‘Abandonamos a los abuelos y abuelas en residencia, mientras adoptamos perros y gatos. Pero eso no es abandono. Eso es traición. Como es traición no dimitir de cargo cuando hay razones para ello’

Miremos una hoja de árbol precipitándose al vacío y estaremos viendo el abandono del toreo. Si hace viento, se violenta la hoja, se violenta el vuelo de la muleta. Si no lo hay, cae a su natural peso, libre de objetivos, como abandonada en el suelo. Y sin embargo, propia de un poema.

Nadie pues, abandona. Bueno, sí. La España Vacía no es otra cosa que la España Abandonada. Abandonamos a los abuelos y abuelas en residencia, mientras adoptamos perros y gatos. Pero eso no es abandono. Eso es traición. Bien llamada por su nombre, lo es. Como es traición no dimitir de cargo cuando hay razones para ello. En realidad dimitir es una forma de recuperar el honor y la dignidad perdida o mancillada. Pero explica eso a esta gente.

Dimitir. Abandonar. Y renunciar. Renunciar al cuerpo, al miedo, a la vida, a la sensatez, a la lógica, a la ciencia. El toreo renuncia a todo en una búsqueda casi platónica del propio toreo, del torear. No renuncia a nada más. Al toreo, antes y más ahora, hace lo que dijo Cortázar en Rayuela: “no renuncio a nada, simplemente hago lo que puedo para que las cosas me renuncien a mí”.

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