Diario del Estado de Alarma (Día 77): Ser o estar: variantes copulativas de un ministro
Análisis de la situación nacional y de la Tauromaquia.
Lección sobre verbos copulativos. Preguntado el ministro por si la Tauromaquia ES cultura, respondió eficazmente que la Tauromaquia ESTÁ en Cultura. El representante del grupo Republicano en la Comisión del ramo, reincidiendo en su intelectual argumentación anti, alojándola en el estiércol de la tortura y el asesinato, le dijo a Uribes que a ‘esos‘, nosotros, ni un euro de lo público. Tenía este ministro de límites corporales redondos, corto de cuello sobre traje y corbata de luto, la oportunidad política inmejorable para afirmar que el toreo ES cultura. No quiso dejar pasar la oportunidad para decir justo lo contrario. Para dejar claro que no es que sea cultura, sino que ESTÁ en Cultura. Y, textual, dijo que: ‘por eso la nombro’.
Se excusaba así Uribes por haber nombrado a la Tauromaquia. Lo hizo siempre con cuidado extremo de no necesitar del uso de mascarilla o gel desinfectante cada vez que lo hacía. Con un toreo de perfil, de cínico aseo, un por aquí por allí, un me pongo, pero no se la pongo, por si acaso embiste. Aliñó un trámite haciendo del trámite sentencia. Por tanto: nos pongamos como nos pongamos, digan unos una cosa y otros otra, Uribes dejó escrito ante sus socios de legislatura que se nombra al toreo porque ESTÁ en Cultura desde 2010. Añadiendo un yo no fui: ‘eso no lo hice yo’, afirmó. ESTÁ dentro, pero yo no metí. Y, para más tranquilidad del verdugo, añadió que ‘por eso la nombro’. Por imperativo legal.
‘Quede claro y, hoy más que nunca, lo que este ministro y el Gobierno, creen que es el toreo. Que no ES, sino que ESTÁ. Y que va recibir el trato de quien ESTÁ pero que ESTÁ, porque nos lo metieron hace años’
Quede claro y, hoy más que nunca, lo que este ministro y el Gobierno, creen que es el toreo. Que no ES, sino que ESTÁ. Y que va recibir el trato de quien ESTÁ pero que ESTÁ, porque nos lo metieron hace años. Porque en su comparecencia, tan detallista con todas las actividades culturales, deteniéndose a saludar en cada tendido del teatro, del cine, de las sus salas, de su producción, de sus trabajadores, uno a uno preguntando por su ruina, la de su primo, nada hubo sobre el toreo que no fuera imperativo legal categórico.
Con una querencia continuada en su retórica. La que, personalmente más me indigna: que cada vez que pronunciaba la palabra Tauromaquia, tenía al lado un enjuague bucal dialéctico. ‘He tenido conversaciones con la Fundación Toro de Lidia, conversaciones muy amables, por cierto’. Gracias ministro, por decir al mundo que sabemos ser corteses. O al referirse a la solidaridad del fútbol y otras actividades al ceder material sanitario añadió eso de ‘incluso hasta las plazas de toros, la Tauromaquia, entregó su material sanitario’. Gracias por el ‘incluso’, ministro. El toreo hasta, fíjate, es solidario.
Para saber que la Tauromaquia es una actividad legal no hace falta ni ser ministro ni que haya una pandemia. Esa argumentación del imperativo legal es tan infantil, tan pueril, tan poco democrática, tan de dos y dos, que suena a un hipervínculo con la hipocresía. Pero animo al sector a sacar provecho del mismo. A cada trampa su huida. Por imperativo legal, señor Uribes, el toreo debe de tener una dotación en los Presupuestos Generales del Estado. Por imperativo legal, no es que tenga derecho a ayudas generales, sino a ayudas específicas que se le niegan. Por el mismo imperativo no se puede permitir que cada pueblo o ciudad o comunidad prohíban los toros. Por ese imperativo, fiscalidad, concursos, arrendamientos, han de equipararse a los que hay en la gestión de la Cultura.
‘Con la ley en la mano, demos toros en Cataluña. Con la ley en la mano, redacte y apruebe medidas específicas para el sector. Con la misma ley en donde ESTÁ, sin SER, el toreo’
Por ese imperativo el Gobierno y todas las administraciones están obligadas al fomento, promoción, divulgación de la Tauromaquia. Por ese mismo imperativo. Basado en ese mismo argumento de que, qué pena, socios, que el toreo ESTÁ metido en cultura y he de cumplir la ley. Porque, puestos a cumplirla, según dice el señor Uribes, que la cumpla. Vamos a exigir que la cumpla. Vamos a seguir al pie de la letra su promesa, declaración de intenciones y su base argumental. la ley.
Una ley que jamás se ha cumplido. Una ley que no les importa. Una ley que sólo ha servido, hasta ahora, para calmar a ese portavoz republicano socio de la neurona metida en su mantra onanista de ‘los torturadores’. Con la ley en la mano, demos toros en Cataluña. Con la ley en la mano, redacte y apruebe medidas específicas para el sector. Con la misma ley en donde ESTÁ, sin SER, el toreo. Con esa misma ley, que se reúna ya. Ya es ya. Que apruebe medidas ya. Ya es ya. Y que el sector y los que pidieron paz por un plan, exijan públicamente que se cumpla la ley en todo el Estado. Le ley ya. O a la calle.
A la calle a pedir que se cumpla la ley. A los que no tenemos un pase más, ni por alto, se nos acaba el raciocinio. A los que aún admiten dos tandas, cuidado, que lo mismo han de agacharse para no rozar la parte de arriba en el marco de la puerta. O ya le han dado los tres avisos. Y al ministro, gracias por tan maravillosa lección sobre copular, en modo Barrio Sésamo, a través de los verbos copulativos SER y ESTAR. Epi y Blas tiemblan. Llega Uribes.
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