Diario del Estado de Alarma (Día 60): ‘Retrato de un asesino en serio’
Análisis de la situación nacional y de la Tauromaquia
Estimadas acémilas, queridos asnos, bestias en general. El asesino en serio que describo hoy, se llamaba (según certificado de nacimiento) Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno Cipriano de la Santísima Trinidad Ruiz Picasso. Dejó una fortuna en herencia de unos mil millones de euros. Considerado el más grande y prolífico genio de la historia. Miembro del Partido Comunista Español y, más tarde, también miembro del Partido Comunista Francés. Antifranquista hasta la médula. Ni Franco logró que regresara de su exilio en Francia, lugar elegido porque podía ver toros. Estimadas acémilas, queridos asnos, idiotas en general. Este asesino en serio era, al tiempo, genio, taurófilo y comunista. Y, qué cosas, bestias a granel, el mundo lo admira.
La primera constancia de que Picasso era un asesino en serio fue a la edad de diez años, cuando le plantó cara a su padre al trasladarlo desde su Málaga natal a Galicia. “Ni Málaga, ni toros, ni amigos, ni nada de nada”, le espetó a la cara y dejó escrito. A esa edad, este asesino en serio no publicó en Twitter su deformidad mental de torturador. Lo habrían decapitado. Pero entonces no existía la red social ni tampoco existía el nivel de bestialismo cultural que hoy alcanza poder y las neo generaciones libertarias. Salió ganando el asesino en serio, Pablo Ruiz Picasso, que se convirtió en un dios después de Dios. Y, para algunos, sin el después.
‘No hay valor en esa cultura nueva y sus ¿artistas? para exponerse lealmente y públicamente como Picasso hizo con una de sus esencias vitales: la tauromaquia’
Dicen que le gustaba Chicuelo, asesino artesanal, pero es que aún no había conocido a Luis Miguel Dominguín, asesino en serie de fama mundial. Picasso y Luis Miguel, asesinos en serio y en serie respectivamente, se fundieron en una amistad profunda y duradera que, como bien sabe el bestiario actual, se fundamentaba en una fervorosa afición por la tortura. Fomentaban ambos círculos culturales. Pero, a ver, culturales tipo Jean Cocteau, Braque, Miró, Sartre, Camus. Nada que ver con los de ahora, quede claro. Estoy hablando de un asesino en serio y de una cultura en serio. Nada de pesebres institucionales.
Da la casualidad, que no lo es, estimadas acémilas involucionadas desde una neurona disminuida, que la gente de ese nivel torturador andaban todos juntos, quien sabe si algo revueltos. El asesino en serie Luis Miguel, aprovechó que una tal Lucía Borloni, nombre artístico en la pantalla, Lucía Bosé, humanista, de izquierdas, libre pensadora y muy mujer además de talentosa y bella, se vino a España a rodar una película que dirigía un tal Bardem. Bardem. De la familia Bardem, eso es. De ese Bardem salieron los Bardem de ahora, solo que de otra forma. La película en cuestión: “Muerte de un ciclista”, icono, como se sabe de un cine… vamos a llamarle de izquierdas. Pero de la izquierda de entonces, la de los asesinos en serie y en serio.
‘Así que, estimadas bestias, acémilas, burros, esta historieta de un asesino en serio, pero muy serio, internacionalmente serio, actualmente serio, líder serio de la cultura seria, que generó mas arte, más creatividad, más traslado cultural que todos juntos vosotros pegados, es la historia que os avergüenza’
Lucía Bosé trabajó en la opera prima de Antognioni. Y fue musa de: además de Bardem, de De Santis, Buñuel (otro asesino en serio) Visconti, Fellini, Los Taviani y Liliana Cavani. Un espectro magnífico de cultura en serio. No la de ahora, un por favor. Bien podría haberse exiliado Pablo Picasso a Italia, tan roja en tiempos y tan culta, pero se vino a Francia para estar cerca de Arles, Nimes y demás ciudades con plazas de toros. La cabra tira al monte y asesino en serio a los toros.
Así que, estimadas bestias, acémilas, burros, esta historieta de un asesino en serio, pero muy serio, internacionalmente serio, actualmente serio, líder serio de la cultura seria, que generó mas arte, más creatividad, más traslado cultural que todos juntos vosotros pegados, es la historia que os avergüenza. Doblemente. Una porque, por supuesto, la desconocéis. Ser del poder, de izquierdas, culo y no conocerla es un antagonismo. Otra porque, sin alguien os la recuerda, la escondéis. No hay valor en esa cultura nueva y sus ¿artistas? para exponerse lealmente y públicamente como Picasso hizo con una de sus esencias vitales: la tauromaquia.
Que el mundo de la cultura baile al son patoso, deforme, de pisa pies y mal abrazo, la pieza redundante, cacofónica y manida del asesino en serie para el culto del toreo, es el certificado de que el mundo actual de la cultura tiene el nivel que tiene. Poquito. Tantito así. Vamos, nada. Salvo excepciones, nada. A veces creo que hay un complejo de superioridad inferior, extraño e insano, por las asesinos en serio que llamándose Cipriano y Nepomuceno, además de Pablo Picasso, dejaron una fortuna que podría subvencionar a todas las generaciones de artistas en broma para los próximos dos siglos.
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