Diario del Estado de Alarma (Día 65): Un gallito en el Gran Gallinero
Análisis de la situación nacional y de la Tauromaquia.
La peste dejó el homenaje del centenario de la muerte de Joselito el Gallo en el espacio de los medios. Es un buen lugar para Gallito, en diminutivo mayúsculo por ser hijo de El Gallo. Va de gallos hoy. Hay un gallito nacido en los entresijos de los restos del estalinismo y el neobolivarianismo que se gestó en las universidades al estar estas en plan molotov tantos años. Los miles de planes de educación de la partitocracia han hecho daño a puñados. Este gallito o gallinácea, vio la puerta del gallinero abierta tras el 15M y su salto a la política, al Gran Gallinero, es un caso de insolvencia patológica o cómo llegar a ser sistema siendo lo contrario. Un caso de psiquiatría social política.
‘Durar, en un Gran Gallinero que se precie de serlo, duraría un suspiro, pero el Parlamento está repleto de gallitos menores cuya capacidad de oratoria es directamente proporcional a su talento’
La política tiene hoy escasa retórica. Oratoria ninguna. Fruto, sin duda, de la escasez de talento y formación. Mientras a la política llegaban los mejores como al toreo llegan los mejores, ahora al toreo siguen llegando los mejores pero a la política los más perfileros. Los políticos torean de cara a la galería, y la galería es la tribu. Sólo de esta forma se entiende como un tipo como el ‘gallito Iglesias’ se hace el gallo en un Parlamento con su oratoria de sotana con hoz y martillo. Es un hombre homilía fabricado en la teoría de ‘a las barricadas’, que trata de sacar rédito a una especie de paternalismo de sacristía y falsa moral victoriana en un discurso de teórico del molotov.
Durar, en un Gran Gallinero que se precie de serlo, duraría un suspiro, pero el Parlamento está repleto de gallitos menores cuya capacidad de oratoria es directamente proporcional a su talento. Parecen toreros amontonados. Sin el talento de espacio, tiempo, temple, mando, ceñimiento. En un mano a mano entre ‘gallito Iglesias’, puro humo de teoría pseudo universitaria, bastante cateto en el fondo, y alguien medio inteligente, al de la media inteligencia le sobra la otra mitad para mandarlo a su eterna teoría del molotov.
Nunca un personaje de este perfil habría llegado a medrar hasta una vicepresidencia sin el complot necesario de otros, necesitados de poder para el poder. Un hombre que viaja en su propio espejo, Sánchez, con un autocomplejo de Edipo del tamaño de un océano, necesitado de apoyos, vendería todo menos su ombligo para lograr el poder. Pero es una suma de gallináceas con algún gallito menor. Subsisten por defecto del resto del Gallinero. Le duran un minuto a la clase política de la Transición y la inmediatamente posterior.
‘Ahora, cuando termine la peste y comience la peste económica, ya no va a servir la teoría del pseudo universitario ni el molotov teórico’
Este ‘gallito Iglesias’ llega al poder con un aval ligero de agitador. Es un agitador de teorías subversivas y jamás formado para el poder. Como, ni está formado para ello, ni ha sido capaz de prender fuego a un cóctel molotov, ese ‘gallito‘ teórico de aulas y estrados, no de barro y barricada, continúa ejerciendo el único papel que se sabe. El de agitador universitario/pseudo. Diciendo por esa boca cacofónica paridas agitadoras sobre la justicia, sobre la cultura, sobre los toros… El Sanchismo gubernamental le deja hacer, porque lo necesita para seguir cargando el espejo. Ni parece ni es vicepresidente. Es una especie de teórico tonto a las tres en hora cuatro menos cuarto.
El ‘gallito’ o ‘gallino’ Iglesias es fruto del azar en medio de los errores. Sin la corrupción del bipartidismo, la crisis financiera y el estado de abandono y uso particular de las universidades, ni existiría. Hoy se ganaría la vida como fuera y no pernoctaría en su casa de Galapagar. La cuestión está en que se cree feliz y, como dirían en México, muy chingón. Ahí en su poder. Pues ahora, cuando termine la peste y comience la peste económica, ya no va a servir la teoría del pseudo universitario ni el molotov teórico. Si reitera una y otra vez sus frases subversivas, sin atender a que clama por sublevarse contra aquello que le permite ser vicepresidente, de gallito pasa a simple gallinácea.
Porque ahora el cacareo no sirve. Hay que poner huevos. Y echarle huevos. Los teóricos agitadores se cagan en la práctica y va a ser cuestión de práctica.
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