Diario del Estado de Alarma (Día 48): ‘¿Desescalada o desenjaule?’

Análisis de la situación nacional y de la Tauromaquia



“desenjaule”, pero los toros se quedan en el cajón. Desenjaule viene de salir de una jaula. Desescalada viene de tonto. Pero el lenguaje político de hoy es un neolenguaje entre rimbombante, hueco, sin significado, pero que luce mucho la boca. Me da pánico el neolenguaje, porque opino como Víctor Kemplerer (La lengua en el III Reich), éste se está usando como instrumento de manipulación. Desescalada es una manipulación. Porque desde un confinamiento no se desescala, se desenjaula. Para que los toros salgan a su libre albedrío. Hablaré hoy de este lenguaje a través del cual, por ejemplo, se llamó héroes a los sanitarios para ocultar que fueron a la batalla con tirachinas. Dijeron héroes cuando debieron decir y dar soluciones.

Cuando Arturo Pérez Reverte y otros miembros de la Real Academia de la Lengua insisten en el buen uso de lo único que tenemos sin manoseo político, la lengua y gramática, se le llama esas cosas que hoy se lanzan a la cara sin tener ni pajolera idea de su significado ni dimensión. Llamar fascista a alguien siempre me pareció la delación de un exceso de estupidez. Y de una irresponsabilidad. No digo nada de los calificativos de nazi o asesino. Uno no lo es, pero me encabrona el alma que me lo llamen. Hay personajes con cargo institucional, tontos con cargo y a cargo nuestro que si le enmiendas el desdoble de masculino o femenino cuando la RAE dice es innecesario, te llaman machista.

‘Desenjaule es más y mejor que desescalada. No se da las gracias por que nos desenjaulen, que tenemos derecho a ser libres. Se pretende que demos las gracias mil por salir a la calle’

Pero veamos, “resiliencia”. Yo lo pronuncio y me ahorco. Pero si lo sustituimos por resistencia, no hace el mismo efecto a término “progresía”, tan contaminado ya como contamina la peste de estos días. Qué decir de “empoderamiento”, palabra que no importa lo que signifique, sino su sonido y el gesto progresista al pronunciarlo. Lo de “portavoza” de Irene Montero, o “monomarental” ya es de nota. Una reinvención del lenguaje que pretende certificar la posición feminista. Si dije que no necesitamos héroes sino soluciones, digo que no necesitamos un lenguaje distópico sino el que tenemos.

El toreo tiene su propio “lenguaje”. Para todo. Con el tratamiento leal a la RAE. Porque resulta que el léxico y los giros del toreo hablado no tienen carga política alguna. Desenjaule es más y mejor que desescalada. No se da las gracias por que nos desenjaulen, que tenemos derecho a ser libres. Se pretende que demos las gracias mil por salir a la calle. Dando las gracias no nos preguntamos por qué han igualado estado de alarma con estado de excepción. No iremos a los tribunales a devolver cada multa, ni nos preguntaremos por qué estamos confinados. No es por la peste, es por no saturar los hospitales. Donde están los héroes, dícese de los sanitarios a los que han mandado a la guerra con balas de fogueo.

‘La “nueva normalidad” es una expresión que me da pánico. Nueva. Normalidad. ¿Y la vieja? “Nueva política”. ¿Era tan mala la reciente anterior? Ni existe nueva normalidad ni nueva política. Todo este neolenguaje es un disfraz de la incapacidad y del nulo talento’

La “nueva normalidad” es una expresión que me da pánico. Nueva. Normalidad. ¿Y la vieja? “Nueva política”. ¿Era tan mala la reciente anterior? Ni existe nueva normalidad ni nueva política. Todo este neolenguaje es un disfraz de la incapacidad y del nulo talento. De la escasa formación y de la ausencia de ideas, soluciones, discurso y argumento. Nada de esto es necesario hoy en la política, pues consiste en que unas gentes van al Parlamento para expresar su neolenguaje y no sus ideas. Hacen como que se escuchan para comprender, pero escuchan sin escuchar sólo para responder. Responder sin comprender debe de ser la nueva normalidad.

Cuando mi “convivente” (manda pelotas) de estos días, mi hija, metida en el trabajo fin de grado para buscar un trabajo después de cinco años de inversión económica costosa y una barbaridad de horas de estudio y sacrificio, me pregunta qué es la ”nueva normalidad”, le respondo que es normal que el trabajo que iba a tener ya no lo tenga. Lo de “nueva” se lo traduzco en que la novedad es llamar a las cosas por otro nombre. Una vez el mundo estaba tan sin manosear que bastaban las palabras, los nombres, para nombrar a las cosas. El neolenguaje me expulsa de esta sociedad y, además, me obliga a decir que los españoles tienen unas tragaderas sin fondo a la vista. Si fuera de otra forma les habríamos dado los tres avisos subsanando, tarde pero al fin, el error de no haberlos rechazado en el reconocimiento previo.

Samuel Johnson, escritor, dijo que el lenguaje es la ropa de los pensamientos. Si es así los nuevos políticos de la nueva política, además de no encontrar (ni dar) la talla para sus americanas de Zara, como Iglesias, en lugar de vestirse, se disfrazan. Vestirse es una cosa. Disfrazarse es otra. Gran Baile de Disfraces el Parlamento.

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