Diario del Estado de Alarma (Día 28): ‘Crónica taurina de una corrida parlamentaria’
Análisis de la situación nacional y de la Tauromaquia.
No hace mucho tiempo, cuando en el Congreso lo ocupaba gente culta y estudiada, la jerga taurina se usaba con el talento propio de los buenos oradores. En el último pleno (es un decir, cuatro gatas y gatos, en expresión popular no agresiva) el Presidente usó recurso cultural para decirles a quienes criticaban su mala gestión con la peste, que “a toro pasado, todos son Manolete”. No se si dice mucho del bagaje cultural de Pedro Sánchez esa frase, pero si dice mucho de su mal gusto, pues poner a la frase un muerto (Manolete) en tiempos de muerte, es hasta chabacano. La frase taurina termina como empieza, “a toro pasado”, sin añadido. Pero tampoco dice mucho de la oposición el no haber tenido ni cultura ni conocimientos para, en la réplica, usar la jerga taurina para decirle que ese “toro pasado” era un toro “avisado”. Pregonado. Avisado por la OMS y pregonado en otros países.
No hace mucho tiempo, cuando en el Congreso lo ocupaba gente culta y estudiada, la jerga taurina se usaba con el talento propio de los buenos oradores. En el último pleno (es un decir, cuatro gatas y gatos, en expresión popular no agresiva) el Presidente usó recurso cultural para decirles a quienes criticaban su mala gestión con la peste, que “a toro pasado, todos son Manolete”. No se si dice mucho del bagaje cultural de Pedro Sánchez esa frase, pero si dice mucho de su mal gusto, pues poner a la frase un muerto (Manolete) en tiempos de muerte, es hasta chabacano. La frase taurina termina como empieza, “a toro pasado”, sin añadido. Pero tampoco dice mucho de la oposición el no haber tenido ni cultura ni conocimientos para, en la réplica, usar la jerga taurina para decirle que ese “toro pasado” era un toro “avisado”. Pregonado. Avisado por la OMS y pregonado en otros países.
Los debates eran divertidos, antes. Había una solidez en el ingenio que hacía de cada intervención, réplica y contra réplica un tercio de quites enorme. Ahora estas corridas se convierten en un mano a mano sin rivalidad en tercio alguno, con una tauromaquia parlamentaria previsible y hostil. Los señores toreros del Parlamento tienen pocos recursos, pegan pases pero no torean. Ante la variedad de encastes que son cada problema de España, usan la misma técnica y ningún arte. Y torean de cara a la galería, es decir, usan capote y muleta, la palabra, no como engaño al toro sino como engaño populista y sobreactuado al público. Es decir, torean para la tele, para la gente que está viendo la tele.
Los señores toreros del Parlamento tienen pocos recursos, pegan pases pero no torean. Ante la variedad de encastes que son cada problema de España, usan la misma técnica y ningún arte
A la oposición les veo atropellando la razón. A cada voltereta responden poniéndose fuera de cacho o muy al hilo del pitón cuando el recurso político demanda ganar el pitón contrario y adelantar la muleta porque lo que está enfrente es un toro de escasa nobleza que exige talento lidiador. Y, el finalizar la faena, no hacen la cruz y pasa lo que pasa. Eran antes los debates, insisto, una confrontación de estilos versados, los de arte, los de valor, los técnicos, los artistas, los de corazón, los de ingenio. Era el Parlamento un ecosistema de variedad de encastes con un escalafón de políticos en rivalidad que armaban el taco en cada pleno sin dejar que nadie les torease.
Iban con los machos bien atados, con el oficio que demanda ser diputado, torero, y los que tomaban la alternativa andaban a la espera del quite o de una sustitución para aprovechar al toro de bandera, uno como el de ahora en contenido político. Pero a todos se les va el toro, sobre todo a la oposición. En vez de entrar al quite piden el cambio de tercio porque ya llevan la faena escrita en papel desde casa y le temen tanto al hule que sustituyen el empaque por una especie de tomar el olivo innecesario cuando el toro que tienen delante es una mona. No es ná. Porque una homilía de Sánchez es más bien un farol que un marrajo.
Como no hay buen diestro sin buen banderillero, allá va a parar al toro Adriana Lastra, a ponerse el Parlamento por montera, y, en vez de parar los pies al toro de la peste, correrlo a una mano para estrellarlo contra las tablas sin vergüenza torera alguna, para poner el toro de relance hábil y mafiosete al caballo porque el jefe de filas le dice dale y no le dice vale, además de taparle la salida sin honor político alguno haciendo del debate una mala capea. Mire, diputada, sabiendo que toro sabio, de capas no hace caso, como el toro abanto, mejor lo deja a su aire que ya se recuperará el celo y la lidia será ordenada, por tanto el debate útil y lucido. Como dijeron los grades, la suma de la violencia del toro y la del torero, doblan la violencia. Adquiera usted, Lastra, temple y no haga ver al toro noble uno que no tiene un pase sólo porque usted no sepa torear.
sepa torear.
A la oposición les veo atropellando la razón. A cada voltereta responden poniéndose fuera de cacho o muy al hilo del pitón cuando el recurso político demanda ganar el pitón contrario y adelantar la muleta
Torear a favor del toro y con vergüenza torera es ley en lo taurino como en lo parlamentario: discursar a favor del problema y sin un tirón o un recorte para que el toro aprenda más y se vuelva más violento y avisado y la oposición, al tomar su turno desde la tapia, no le quede otro remedio que el toreo defensivo sobre las piernas. Usar los quites para este menester, quebrar al toro del otro, es mala arte, escasa, o tratar de tirarlo al suelo con malas artes para dejar al toro para el arrastre y que el palco lo devuelva, haciendo del cabestro un espectáculo en lugar de embraguetarse con el toro propio.
cuando el toro se viene arriba, como el de la peste, no se requiere otra cosa que mandar callar la música, y olvidarse de los desplantes recurrentes. Toca otra cosa en la lidia política. Torear para los palmeros, mirándoles a los ojos cuando tienen la palabra los del clan propio y mirando al tendido cuando torean los otros, es otra indicador de falsa torería y escaso fondo de figura del toreo del Señor Sánchez. Que escurre el bulto a la tres y se duele al hierro con una gesticulación de yo no he sido o de yo pasaba por allí cuando, como director de lidia, ha de estar presto al quite.
Claro que para esta forma de torear en el Parlamento se requiere de talento, capacidad, valor y arte. No hay empaque en la política que, como en el toreo, además de serlo hay que parecerlo con torería. Veo mucho artificio en desplantes sin toro y poco duende. Buscan los coletas dar un baño al otro a base de no querer coger al toro por los cuernos sino con la mala técnica y palabrería de tocarle los costados, haciendo brindis a sabiendas del petardo, por si cuela en la tele.
No hay apenas un político digno de ver los toros desde la barrera y tomar nota en silencio, ver y aprender si acaso de las faenas de sus antecesores. El toreo parlamentario es un acoso y derribo a la inteligencia. Hacen pasar novillo por toro, no tienen ni la alternativa, en vez de cuadrillas llevan una banda y bien harían por el bien de su país, cortarse la coleta y mandarse mutuamente a los albañiles, que estamos dejando los andamios vacíos. O les damos los tres avisos.
PS. ¿Es cultura o no es el cultura la Tauromaquia, políticos unidos por el mejor sueldo privilegiado y las pensiones mejor soñadas del mundo?
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