Diario del Estado de Alarma (Día 47): ‘La Nueva España Anormal’
Análisis de la situación nacional y de la Tauromaquia
Nunca nos conformamos con tan poco como cuando no tenemos nada. Nunca, desde la época del desenterrado del Valle de los Caídos, los españoles hemos tenido una libertad tan escasa. Nunca Gobierno ha sido tan igual a Estado. Nunca un Estado de Alarma, ocultó, en cuanto a deterioro de libertades, un Estado de Excepción sin que los españoles levantáramos la voz. Nuestra meta, dice el Gobierno transmutado en Estado, es la “nueva normalidad”: el fin de una forma de vivir, de charlar, de ir a los toros, de tomar pulso vital en tertulias de cafelito, de la cercanía de la barra de un bar, de ver la cara de quien uno se enamora. “Nueva normalidad”: la cima del lenguaje más perverso. Traducción: un mundo con mascarillas a distancia de dos metros para las generaciones de una “Nueva España Anormal”.
No he contemplado, excepto en los científicos y ecologistas de bien, ninguna reflexión sobre el fracaso estrepitoso de “lo global”, del anti natural trato con el animal, de la persecución implacable contra ecosistemas, de la mega ciudad y su realidad anti natural, de la economía del hacinamiento, del negocio de la desculturización. El investigador del CSIC, Fernando Valladares, en entrevista a El Confidencial dice, entre otras perlas, que ya teníamos una vacuna contra todo virus: la relación natural con el medio ambiente, con los animales, con las llamadas mascotas. Hace casi tres décadas, el populismo del negocio animal comenzó a eliminar ecosistemas, como la Dehesa, como indicativo del progreso. Resistimos porque somos gente resistente. Otros habrían pegado fuego a las fincas, o vendido sus encinas y ahí se queden los urbanitas con sus zoofilias mentales.
‘Hay dos mantras en esta peste. Una, que es café para todos. Es decir, mal de muchos, argumento de unos pocos. Dos, que lo estamos haciendo bien porque lo que estamos haciendo, es lo necesario. En cuanto a que lo estamos haciendo bien, no es cierto. Porque hacer lo que no queda más remedio es resignación. Lentejas. Cambiar seguridad por libertad son lentejas. Peligrosas e indigestas lentejas’
Hay dos mantras en esta peste. Una, que es café para todos. Es decir, mal de muchos, argumento de unos pocos. Dos, que lo estamos haciendo bien porque lo que estamos haciendo, es lo necesario. Un razonamiento que, en medio de tanto miedo, de tanta inacción y hombros encogidos, nos sirve como adormidera sólo por una razón: que nos conformamos con poco porque no tenemos nada. Pero, el café para todos se sirve en tazas distintas y tiene distinta calidad dentro de cada país. Se le dice, gestión. En cuanto a que lo estamos haciendo bien, no es cierto. Porque hacer lo que no queda más remedio es resignación. Lentejas. Cambiar seguridad por libertad son lentejas. Peligrosas e indigestas lentejas.
Si esta “Nueva España Anormal”, traducción del neolenguaje estatal de “nueva normalidad” no pasa por poner pie en la pared a las políticas permisivas de incitación al odio del que no es como uno, por ejemplo la Tauromaquia; si no pasa por fin a la barbaridad de dividirnos por prohibición, por ejemplo, la Tauromaquia, si no pasa por la tolerancia cultural, por ejemplo, la de la Tauromaquia; si no pasa por invertir en ecología y sostenibilidad, por ejemplo la Dehesa de la Tauromaquia, si no pasa por dejar de hacer políticas de explosión envueltas en neolenguaje, la “nueva normalidad” es sólo el efecto causado por un virus que no es el Covid19. Se llama virus de la intolerancia.
Todos a una salimos de esta mierda. Vale. ¿En ese todos estamos incluidos los del toreo, o la “nueva normalidad” se trata sólo de la “vieja norma” de terminar con la Tauromaquia, con las libertades de cada uno, con los derechos de cada uno de nosotros? ¿La “nueva normalidad” es transitoria o viene para quedarse? ¿Esta “nueva normalidad” hará que reflexionemos sobre qué prioridades tenemos en todos los sentidos en lugar de jugar al juego del botellón y el infantilismo de lo que nos divide o no lo va a hacer? ¿Este país va a dejar de fabricar tribus en pie de guerra o parirá aún otras tribus cainitas?
Porque ni la nueva normalidad es sólo el abono que se necesitaba para hacer crecer mi idea de política, pongamos los ciudadanos la alerta, la alarma y el ojo avizor. A mí la nueva normalidad me suena al definitivo fin de una forma de relacionarnos, la del plato al centro, la del saludo cordial, la de la proximidad, el roce, el cariño demostrado, el afecto demostrado, el amor demostrado. Y si ya hemos reventado a toda una generación de mayores, pasamos ahora a dejar húerfanos de vida a la generación de jóvenes a la que le dejamos una ‘Nueva España Anormal’. Sin que nadie proteste por esta razón de simetría claudicante: cuando nos “dejen” salir, diremos que nunca nos fue tan bien porque antes nos fue de pena.
Comentarios
Publicar un comentario