Diario del Estado de Alarma (Día 19): ‘Lo que Don Quijote le dijo a Sancho’
Análisis de la situación nacional y de la Tauromaquia
“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad… y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres”.
“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad… y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres”.
La libertad versus la seguridad. Una anciana dualidad en la sociedad. Más control de los movimientos, de las ideas, a cambio de más seguridad. Esa sería la ecuación, que tiene variables que han de hacernos andar despiertos. Cada espacio/tiempo de inseguridad vomitó un monstruo de tamaño distinto. La inseguridad de la crisis económica y la corrupción vomitó el populismo de Podemos. La inseguridad de la pobreza de Alemania tras la Gran Guerra parió al nazismo. La peste que nos invade ha restringido derechos fundamentales con normas que invaden límites constitucionales incluso ahora. Y, no olvidemos, que otra seguridad, la del animal, ha sido argumento para prohibir y perseguir a la Tauromaquia.
Esta persecución, real y certificable, del toreo y los derechos fundamentales de sus gentes, ¿es extrapolable a la sociedad española en su conjunto? Claro. No sólo por reflexión causa-efecto de José Ortega y Gasset, que también, sino por la evidencia de dejación de la masa social que, indiferente a toreo, no se puso de su lado por una razón esencial: por ser una libertad de muchas gentes. Como soy indiferente al toreo, no me importa si es perseguido o prohibido. Un error de conciencia democrática de los españoles. Por tres razones. Una, porque toda restricción de libertad es un ataque a nuestra causa y efecto común, la Constitución. Dos, porque si ésta puede ser asaltada e incumplida en un caso tan cierto como indiferente, nada impedirá asaltarla e incumplirla en otros.
Tres, porque las libertades de la Tauromaquia se cercenan invocando a una seguridad, la de los animales. Traducida ésta en la ideología bienestarista de los mismos. Una seguridad animal basada en una moral y una ética animalista versus la libertad de las personas. Una ética colectica, es decir, una ideología, la animalista, ha logrado abrir un debate ‘sí/no’ a los toros por encima de un derecho constitucional. O, de otra forma, se abrió un debate extramuros de la Constitución y con la siguiente atrocidad anti democrática. Mientras que una parte del debate, el aficionado, no podía apelar a la Constitución ni siquiera tras una sentencia positiva de la misma, la otra parte usaba todos sus recursos económicos, todas sus libertades constitucionales, toda su artillería material e intelectual que le ampara la ley. Un situación aberrante consentida por un país y sus gobernantes. Y sus gentes.
Es igual de inconstitucional algo que nos rebela, el secesionismo catalán, por ejemplo, como algo que nos deja indiferentes, la prohibición y persecución de los toros. Este doble rasero al medir derechos y normas, hace de un país un algo susceptible de ser agredido en sus libertades. Esta indiferencia de lo que le suceda a lo que nos es indiferente, puede ser la actitud o la causa por las que estén en peligro todas o parte de las libertades que hoy han eliminado en España por el Estado de Alarma. En nombre de la seguridad se han eliminado de forma excepcional libertades como la de tránsito, la de reunión, manifestación, huelga, la empresarial, …derechos muy básicos y otros que, sin estar prohibidos, lo están de facto.
Por ejemplo, el derecho a pensar distinto y a expresarlo. En estos días todo aquél que discrepe de las formas de actuación de nuestros líderes de Gobierno es reo de traición. Hay una especie de norma no escrita que dice que confinar el cuerpo es también confinar la mente. Los medios de comunicación habituales de las grandes empresas han consentido ruedas de prensa vergonzosas y propagandísticas, se hacen entrevistas a la carta y se informa en paralelo al interés del poder. Se usa el poder y su comunicación para volver al frentismo de empresario/trabajador siendo el primero el mal de los males y el segundo una víctima, cuando en este país el 70% de lo producido se elabora en empresas escuetas, casi familiares o autónomos. Se vuelve a pedir la muerte definitiva del toreo desde el animalismo con una saña llena de sarna mental.
¿Hasta cuándo o hasta siempre? Cuanto más dure este estado, menos libertad. No en días solamente, sino en indiferencia. Somos animales de costumbres. ¿Y nos acostumbrarnos a no tenerla? De la misma forma que la ideología mileurista del botellón y el ‘sola y borracha’ caló en una generación tan nini como inculta ¿por qué no va calar en ella la costumbre de menos libertad de parte de quien les da su sitio en sus propagandas populistas? Cuidado con estos estados de excepción que pueden dejar de ser excepcionales. Estemos alerta. Pitágoras dijo lo siguiente: alguien dijo a otro (animalista a taurino) “tú me estorbas”. Pero llegó la ley y respondió al que sobraba , no te apures, “yo te guardo”.
Cambiadas las leyes, no es improbable que permanezca lo cambiado. Entonces no vendrá la ley a consolar al perseguido eso de, tranquilo “yo te guardo”. Porque la ley que tengamos, sólo pondrá a resguardo a los tiranos. Miren alrededor, en algunos países ha sucedido ya.
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