Diario del Estado de Alarma (Día 24): ‘Los pájaros’
Análisis de la situación nacional y de la Tauromaquia
Aconsejo el visionado de la película de Hitchcock y la lectura de la novela de origen del mismo nombre (1953) de una mujer de gran talento, Daphne Du Maurier. Entre tanta posverdad sobre cuestiones de ecología, tratad de no entrar en bucle estéril. Nosotros, desde hace muchos años, hemos caído en la trampa de la pregunta trampa, de la cuestión no esencial, del instante menos preciso y más indiferente a la Tauromaquia que, todos, hemos centrado en la muerte del toro a manos del hombre. Hemos sido unos estúpidos al entrar en esa manga estéril. No se trata de la muerte del toro sino del trato exquisito desde el punto de vista ecológico del conjunto de la dehesa. No se trata del vil derecho antinatural del animal del ecopatologismo urbano. Se trata del derecho del toro a esa, su muerte. Su derecho natural, ecológico, de especie y hasta cultural a morir así.
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Podríamos vivir sin calendario, ajustando el tiempo con la observación de la mirada. Como un hombre rural lee los indicios del tiempo en el cielo o en el suelo. Hora: la de los aplausos, que ya son de día. Lugar: Madrid. Palomas, urracas, cuervos, cotorras verdes…suben a sus árboles. Son las dueñas de las calles y están hambrientas porque la vida cotidiana de terrazas y aperitivos les dejó sin su anti natural sustento. Hay varios vídeos en twitter que me hacen buscar la película de Hitchcock “The Birds” (1963). Cabras de monte, jabalíes, zorros, lobos, por nuestras calles. Buscado comida. Y ahora, qué, ecologistas de asfalto. No existe mayor maltrato animal que vuestra antinatural y brutal cultura del “bienestar” animal. No existe un ecosistema más sostenible ni mejor calidad de buen trato que el del toro de lidia.
Aconsejo el visionado de la película de Hitchcock y la lectura de la novela de origen del mismo nombre (1953) de una mujer de gran talento, Daphne Du Maurier. Entre tanta posverdad sobre cuestiones de ecología, tratad de no entrar en bucle estéril. Nosotros, desde hace muchos años, hemos caído en la trampa de la pregunta trampa, de la cuestión no esencial, del instante menos preciso y más indiferente a la Tauromaquia que, todos, hemos centrado en la muerte del toro a manos del hombre. Hemos sido unos estúpidos al entrar en esa manga estéril. No se trata de la muerte del toro sino del trato exquisito desde el punto de vista ecológico del conjunto de la dehesa. No se trata del vil derecho antinatural del animal del ecopatologismo urbano. Se trata del derecho del toro a esa, su muerte. Su derecho natural, ecológico, de especie y hasta cultural a morir así.
Hay un movimiento del ser “mascota” desde dentro de las casas a las zonas verdes de la ciudad para sus cacas y su retozar diario. Y hay otro movimiento de los animales no domesticados desde sus “zonas verdes” hacia el asfalto, basuras, contenedores de la ciudad’
No se trata, cuando leáis la novela de Du Maurier o visionéis la película, de lanzar respuestas y razonamientos y explicaciones naturalistas, apocalípticos o incluso expiatorios. Estas dos obras de arte no se hicieron para preguntarnos ¿por qué hacen eso los pájaros? Porque si nos hacemos esa pregunta, llegará el neo ecologismo urbano populista para decirnos que atacan porque están hartos del maltrato humano. Yo pregunto ¿qué hacen los pájaros? Hacen una conducta anti natural. Y hago otra: ¿qué podrían llegar a hacer? Qué hacen las palomas del vídeo y qué pueden llegar a hacer. Qué hacen los jabalíes y las cabras y los lobos antes y durante la pandemia en las calles de nu
Para unos hay montado un tinglado de más de 50.000.000 millones de euros en sus comidas balanceadas porque comer lo que hay en casa es pésimo para su dieta. Salen con su instinto, querencia o necesidad de ocio. Los otros salen a buscar los restos de basuras en los asfaltos por el instinto de comer. El animalismo populista, integrado ya en las acciones políticas y administrativas, es tan insensato y cruel, que se olvida que sólo las explotaciones de rango ecológico sostenible como la dehesa de bravo, son las que sujetan al animal no mascota en sus lugares naturales, donde tienen sus ciclos vitales asegurados de forma natural, alimento incluido. Son esos chalets de Galapagar iguales a la vivienda del obrero animalista Iglesias, las que han usurpado el lugar natural del jabalí, del lobo, del ave que vemos ahora en nuestras calles. ¿Demagogia? No hombre. Verdades a puñados. Demagogia la de ellos. Y maltrato, por cierto.
‘Son esos chalets de Galapagar iguales a la vivienda del obrero animalista Iglesias, las que han usurpado el lugar natural del jabalí, del lobo, del ave que vemos ahora en nuestras calles. ¿Demagogia? No hombre. Verdades a puñados’
Es curioso cómo se observan dos movimientos “animales” en las grandes ciudades en estos días en los que un hombre de ciudad confinado, puede regresar a ser un hombre rural, natural, pleno de instintos y sin reloj ni calendario. Hay un movimiento del ser “mascota” desde dentro de las casas a las zonas verdes de la ciudad para sus cacas y su retozar diario. Y hay otro movimiento de los animales no domesticados desde sus “zonas verdes” hacia el asfalto, basuras, contenedores de la ciudad.
De un lado, el animal con amo y del otro el sin dueño, en viajes distintos antinaturales por naturaleza, valga la redundancia. Unos se mueven por decisión del amo, otros con el instinto natural de alimentarse adulterado. Unos no salen para alimentarse, los otros invaden sus espacios no naturales por hambre.
P.D. Vienen vientos favorables para la ecología real. Deberíamos aprovecharlos.
El coronavirus también mata de hambre: el drama de las palomas<![CDATA[//><!]]>
Desde Seo-Birdlife, sin embargo, no recomiendan alimentar a las aves. Algunas especies son aves silvestres que se han acomodado recientemente a la alimentación en zonas urbanas, como el caso de la gaviota patiamarilla. Este cambio en la conducta puede ser perjudicial para las propias colonias de aves.
El representante de la asociación de Pontevedra, Gustavo Ferreiro, sostiene que la reacción natural de estas aves, sería buscar alimento en su propio hábitat, en el caso de no encontrarlo en la ciudad. Las gaviotas volverían a la costa y las palomas al campo, aunque estas últimas están demasiado adaptadas al mundo urbano. Ferreiro explica que por su propio instinto de supervivencia, estos animales buscarán suministro en otros lugares, con la ventaja de que estamos casi en primavera y podrán encontrar una gran variedad de comida. Además nos recuerda, que generalmente los alimentos que obtienen en las ciudades las gaviotas y las palomas, no suelen ser los adecuados para sus necesidades nutricionales. De hecho señala que esta mala alimentación podría estar relacionada con la desaparición del gorrión en zonas urbanas.
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