Diario del Estado de Alarma (Día 34): ‘Días de burka, tiempo de máscaras’

Análisis de la situación nacional y de la Tauromaquia



Cómo nos ha llegado a pasar esto. Una cuestión que no nos preguntamos quizá porque la respuesta nos aterra. Solemos mirar a otra parte diciendo que estamos ocupados en el problema sin que nadie se ocupe de que vuelva suceder. Un bicho ha puesto al poderoso mundo patas arriba. Y cada cual con su tragedia. Comienzan a llenarse los mataderos de toros y vacas de nota, los aprobados, los que se habían ganado la vida de la misma forma que cada ser humano se había ganado un porvenir. Y, en medio de este momento, la hiper información avisa víspera del fin del mundo, y en medio de tanto ruido, los cobardes acechan con sus trampas. Son tiempos de máscaras.

Somos ya un burka. Un rostro tapado reducido a los ojos. Para algunos, sin embargo, la máscara les viene sobrada, pues ni la goma que la sujetan necesitan. Hay tanto caos, tanto desorden, tanto ruido, que pasamos por alto cosas infames. Cosas que quieren que se pasen por alto. Cosas que deberían rebelarnos, cosas que ni incluso ahora pueden admitirse. Vivo en un país cuyo vicepresidente segundo hace títeres agitadores llamando a la República. Ese que usa con lengua de serpiente la Constitución a su antojo para luego mearse sobre ella pues representa, cobra y vive de un sueldo constitucional y de un régimen monárquico constitucional.

‘Caen en el olvido (…) los esfuerzos, la intrahistoria, que diría Unamuno, de cada español. O un portugués, como es el caso de Rui Bento. Posiblemente el mejor gestor que haya tenido la historia de la Plaza de Toros de Lisboa’

Nada pasará. Porque hay ruido. Hace poco, en uno de estos diarios de la peste, dije que corríamos el riesgo de aceptar la cesión de libertades por el prurito de seguridad, pero que dudaba de que alguna vez las fuéramos a reclamar. De forma evidentemente ilegal se han tomado medidas que atentan contra logros de siglos y un hombre del Gobierno acaudilla una República. Y nos timan con estampitas y nadie entona un mea culpa, y se hacen barridos de contenidos de móviles sin que nada pase. Y, lo que es peor, sin que nadie vaya más tarde a pedir reclamaciones. Nos hemos convertido en un país de rebeldes de salón en redes sociales. Un país capaz de pelear contra el bicho e, incomprensiblemente, un país que admite vivir enseñando los tirantes.

Entre tanto ruido y humo y cifras y telepredicadores, se obvian canalladas contra el propio país. Se está usando dolor y caos para que aflore un manejo totalitario de los españoles. Y, al mismo tiempo, caen en el olvido y por tanto, en el perdón a priori, las cosas obscenas, así como las cosas buenas. Los esfuerzos, la intrahistoria, que diría Unamuno, de cada español. O un portugués, como es el caso de Rui Bento. Posiblemente el mejor gestor que haya tenido la historia de la Plaza de Toros de Lisboa.

‘Se va Rui Bento de Campo Pequeno habiendo logrado que la capital de Portugal tuviera cabida en lo “internacional” del toro’

Se va Rui Bento de esta plaza habiendo logrado que la capital de Portugal tuviera cabida en lo “internacional” del toro. Este país hermano tiene una tauromaquia cuya visión histórica ha sido un tanto “menor”. Los toros sin muerte y sin puya derivaron en un toreo distinto, en un espectáculo distinto, personal, pero muy local. El toreo a la portuguesa para Portugal. Y sin embargo, Rui Bento lo sacó de esa lectura, le dio un valor añadido más versátil, consiguiendo que se hablara de la temporada de Campo Pequeno con el mismo respeto e importancia que las plazas de España.

Y con ello, logró que el toreo portugués en general tuviera ya otra mirada desde España. Y, además, manteniendo la cordura, la personalidad y “lo portugués” de esa tauromaquia, salpimentando el toreo “a la Federica” con el rejoneo de españoles y también en el toreo a pie. Corridas de buena respuesta de público y muy bien trasladadas a los medios, incluyendo la televisión en directo. Enhorabuena y muchas gracias. Tiempo habrá para que el tiempo reconozca esto, ahora hay mucho ruido. El ruido es la selva del cobarde.
Rui Bento le dio un valor añadido más versátil al toreo ‘a la portuguesa’, consiguiendo que se hablara de Campo Pequeno con el mismo respeto e importancia que las plazas de España’

Las máscaras que ocultan nuestros rostros estos días quizá pronto, no se sabe aún, no las necesitaremos. Quitarse la máscara será un síntoma de salud, pero también, espero, de libertad. Séneca afirmó que nadie puede llevar una máscara mucho tiempo. Paulo Coelho dice, que con el paso del tiempo, se pega a la cara y ya no se puede quitar.

Prefiero pensar que la máscara de la falsedad no llega a ocultar del todo el rostro de quien se oculta tras ella, de quien maquina tras ella. Y espero que un día lapidemos sin piedras a estos tramposos que pescan en este océano revuelto de un miedo histórico que cambiará el mundo. Pero si el cambio es dirigido por las máscaras, estaremos perdidos.

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