Diario del Estado de Alarma (Día 46): ‘La desafección en tiempos de peste’
Análisis de la situación nacional y de la Tauromaquia
Todo pasa primero en el toro. Todo y primero. Cada insinuación de prohibición, cada test sobre un intento de eliminar libertades, cada prueba sobre qué merma de derechos aguanta la sociedad española, primero está testada en el toreo. Se prohibieron los toros en Barcelona y Cataluña a sabiendas de su pis sobre la Constitución. Luego llegó lo que llegó. Comenzaron las declaraciones de alcaldías anti toros, y luego llegó lo que llegó. Ahora, y a la velocidad del rayo, cuentas, mensajes, muros, comentarios en las redes sociales de las gentes de la Tauromaquia, están siendo censuradas a diario. Hace ya tiempo, ahora, más. Pero ahora llega el luego: ya se está censurando a discreción a todo españolito que se salga del camino único. Lo penúltimo: el trato de Instagram a Cayetano Rivera Ordóñez es de juzgado de guardia. De país totalitario. De sociedad sin libertad. Haría bien el españolito medio en comenzar a enseñar los dientes.
Resulta que a Cayetano lo amenazan de muerte, a él, a su familia, como reacción fascista y delictiva, sectaria y delincuente a unas declaraciones que hizo en Tele 5. Este país, lejos de protegerle, a él y a su familia, permite que una entelequia etérea llamada Instagram, de la que es dueño un tal Zuckerberg, censura un mensaje del toreo que hace referencia a esas amenazas de muerte. Es como si va usted por calle, le asaltan y al gritar socorro, alguien le pone una mordaza no sea que le vayan a escuchar. Oiga, idiota, de eso se trata, de que me escuchen. De que se escuche cada socorro contra la bestia, el tirano, el amenazador, el violento, el sectario, el malvado. Pero, en el caso del toreo, el grito al que tenemos derecho es el del silencio.
‘A Cayetano no lo amenazan de muerte por ser Cayetano. Lo amenazan por ser torero. (…) A todos y cada uno de los que se amenaza, se insulta, se denigra, se mancilla honor y buen nombre, no es a título individual sino colectivo. Por pertenecer a un grupo determinado contra el que existe, desde hace mucho tiempo, odio y un odio creciente, un odio en progresión’
A Cayetano no lo amenazan de muerte por ser Cayetano. Lo amenazan por ser torero. A un servidor no lo amenazan por ser periodista, sino por serlo del mundo del toro. A un niño que quería ser torero no le desean la muerte por ser niño, sino por querer ser torero. A Víctor Barrio no se le humilló tras morir por morir, sino por ser torero. A todos y cada uno de los que se amenaza, se insulta, se denigra, se mancilla honor y buen nombre, no es a título individual sino colectivo. Por pertenecer a un colectivo, a un grupo determinado contra el que existe, desde hace mucho tiempo, odio y un odio creciente, un odio en progresión. Cada vez somos más colectivo y cada vez somos más odiados. Una evidencia tan clara y abrumadora que sólo la pasividad, desvergüenza y falta de un mínimo sentido de la justicia ha permitido. Y esta permisividad ha convertido a este odio en un lugar común, en un algo normalizado, en un paisaje más de este ecosistema aberrante.
Los jueces en los juicios sin juicio, insisten en sentenciar que no somos un colectivo. Mienten. Mienten por mirar hacia otra parte y no mirar a este país en donde todo aquel que roce, toque, se inserte en el mundo de la Tauromaquia, es diana de una violencia. No por ser alto o bajo, hombre o mujer, blanco o negro, gitano o payo, homosexual o heterosexual, católico o musulmán, sino por ser del colectivo de la tauromaquia. Que la justicia de este país esté mirando a otro lado cuando bajo sus barbas se pasea esta evidente indecencia, este evidente delito de odio, es para pensar qué sucede en este país con la igualdad ante la ley y ante los derechos. E, insisto, todo se testea en el mundo toro. Luego de la prueba de laboratorio en las ratas, la pócima se pone venta al público.
‘Los jueces en los juicios sin juicio, insisten en sentenciar que no somos un colectivo. Mienten. Mienten por mirar hacia otra parte y no mirar a este país en donde todo aquel que roce, toque, se inserte en el mundo de la Tauromaquia, es diana de una violencia’
Y, en estos momentos de peste, entre tanto ruido y confusión, hay señales de humo que indican el tamaño del fuego. La insistencia del CIS para que se admita exclusivamente algo tan descabelladamente inconstitucional como una información “oficial”, la proliferación de bots y cuentas falsas en perfiles de políticos e instituciones, la cesión de la verdad oficial, que es “fake” y que no es a una empresa transnacional de Zuckerberg, que éste ceda la patente de corso sobre la verdad a una empresa española, es extraño. Al menos, es extraño. Algo tan extraño como que un General de la Guardia Civil diga lo que dijo.
Y les observo: lo que dijo vino precedido de una orden enviada por el Mando de Operaciones de la Guardia Civil donde se le instaba a identificar y seguir aquellos bulos o fakes que pudiesen provocar «desafección a instituciones del Gobierno». Pregunto: ¿de verdad que la Guardia Civil emplea la palabra “desafección”? ¿De verdad ese es el lenguaje militar, policial, de vigilancia? ¿De verdad que un guardia civil, en un lapsus, dijo lo que dijo? Oiga, para lapsus los de Rajoy, que los tenía con cierta insistencia. Un General de la Guardia Civil con sus papeles delante, pocos lapsus lingüe. ¿De verdad que ese término, el de “desafección”, escrito en una Orden del Mando de Operaciones, no es más propio del lenguaje político de estos días que del lenguaje militar? ¿Desde cuando se vigila una “desafección”? ¿Qué es “desafección”? ¿Resiliencia, empoderamiento,… rima con “desafección”?
¿De verdad no existe en las redes sociales un filtro casi automático por el cual las gentes del colectivo de la Tauromaquia no son censuradas habitualmente, diariamente? ¿De verdad que todas les censuras de imágenes, comentarios hasta el más inocuo, del colectivo de la tauromaquia no son susceptibles de ese filtro? La realidad responde: sí lo son porque eso sucede todos los días. Y ni el colectivo de la tauromaquia, ni Cayetano, animan a ir en contra de nadie, a violentarse contra nadie. Sólo pide socorro. Justicia. Igualdad. Libertad. Y le están poniendo a Cayetano, nos están poniendo todos, un bozal frente a la mirada de avestruz de nuestros conciudadanos, instituciones, jueces, cuerpos de seguridad y administraciones
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