Diario del Estado de Alarma (Día 91): ‘Sí a los paseos’



Análisis de la situación nacional y de la Tauromaquia.



No existe libertad sino se cumple la libertad de pensamiento y la expresión de los mismos, sean cual sea su agrado al escucharlos. La libertad de expresarse no consiste sólo en lo que se escribe o se dice en un medio de comunicación, si fuera así, solo las empresas periodísticas tendrían ese derecho. Expresarse es un derecho que se amplía al pueblo a través del derecho de manifestarse. Y el medio de comunicación para ejercer ese derecho siempre ha sido la vía pública, las calles, que son de todos porque no son de nadie. Los llamados paseos taurinos son un impecable ejercicio de ese derecho, el de manifestarse cívicamente para expresar el pensamiento de la gran mayoría, o de toda, la gente de la Tauromaquia: un trato desigual, sectario e injusto que secuestra sus derechos. No sólo son necesarios, sino que forman parte de una obligación por necesidad, jamás por necedad.
Hay que darle la vuelta al derecho de manifestarse y verlo desde otro lado. No es una capea adolescente. Una rabieta. Un botellón. Una kale borroka. Es una obligación individual y colectiva. Un hombre o una mujer, sea cual sea su ideología, religión, profesión o edad, jamás debe de permitir que uno sólo de sus derechos sea incumplido. La ley y la Constitución especifica cada uno de los derechos que todo ciudadano tiene. Y, de la misma forma, reculan cómo reclamarlos cuando le son inculcados. El artículo 21 de la Constitución deja claro del derecho a manifestarse en grupo. Por tanto, los paseos taurinos de este fin de semana y del próximo, no han de verse como una demostración de ruido de taberna, sino como el cumplimiento de un deber democrático. Un deber para con los derechos de aficionados, públicos, profesionales y, en realidad, una obligación de cara a la sociedad con este mensaje: nadie en democracia puede secuestrar un derecho a nadie.
Se equivoca en la estrategia de la manifestación quien crea que sólo las grandes movilizaciones logran visualización social. Los animalistas planearon hace tiempo una estructura de manifestación de muy pocos, pero muy constantes y muchos lugares, Y han triunfado.
Es una cuestión absolutamente objetiva que la Tauromaquia ha sido y es la actividad más ninguneada por administraciones y gobiernos, hasta el punto de colocarla en la exclusión social al incumplir las leyes que obligan a defenderla y a promocionarla. Un incumplimiento de Lay y Constitución sin precedentes en la historia de España ni en la historia de la democracia de cualquier país con un Estado de Derecho. Esta es una realidad objetiva. Mucho antes de esta situación de desamparo por la crisis del Covid19, el toreo ha sido una actividad perseguida, insultada, atacada, hasta el grado máximo de la vejación personal y colectiva. Una humillación normalizada. Eso es lo que viene desde hace décadas el toreo.
Más que ningún otro colectivo, el toreo ha sido paciente, cívico, ejemplar. Posiblemente esta educación ha sido entendida o traducida como una debilidad por una sola razón: las gentes del toreo admiten sin protestas, sin ruidos, cada robo de cada uno de sus derechos. Por primera vez, mal o bien, mejor o peor, pero con una gran idea de colectivo, el toreo se ha puesto en marcha con reuniones, organizaciones, trabajos, demandas, peticiones, conversaciones con distintas administraciones y Gobierno de España. Un buen trabajo. Pero un trabajo que cojeaba: le faltaba el buen paso de la manifestación en la calle. Los paseos vienen a ocupar este vacío.
Ambas tareas, negociar y manifestarse, forman parte de lo mismo y, lejos de ser excluyentes, se complementan. Visualizar al toreo en la sociedad española es una obligación. Estábamos corriendo el riesgo de que la sociedad nos observara como ese colectivo arcaico, indolente, de caverna mental, sin capacidad de hacerse ver, un colectivo adueñado por el silencio y una especie de condena admitida como ciudadanos de segunda. No se trata de cuántos seamos en cada paseo. Se trata de cuantos paseos. Cuantas ciudades y pueblos. Se equivoca en la estrategia de la manifestación quien crea que sólo las grandes movilizaciones logran visualización social. Los animalistas planearon hace tiempo una estructura de manifestación de muy pocos, pero muy constantes y muchos lugares, Y han triunfado.
Llegará el día de la gran manifestación junto a las gentes del campo, de lo rural, tan conectados con las gentes del toreo. Otra cuestión que no solo no es incompatible con los paseos, sino que se complementan. El objetivo es visualizar nuestra existencia y nuestro pesar. Nuestra condición de grupo maltratado. Es obligación de todos apoyar estos paseos. Posiblemente cuenten con los errores de loe espontáneo. Pero, de la misma forma, gozan de la salud del arrebato de la sociedad civil, de las bases del toreo. Las bases hacen a los dirigentes y jamás al revés. Y la plataforma de base creada al galope sólo ha de provocar agradecimientos y apoyos.
Es rigurosamente cierto que la petición de manifestación de Madrid se hizo fuera de tiempo. Pero esto no quiere decir que el delegado del Gobierno no tuviera razones legales para permitir el paso alrededor de Las Ventas.
Este fin de semana no estará Madrid. Es rigurosamente cierto que la petición de manifestación se hizo fuera de tiempo. Pero esto no quiere decir que el delegado del Gobierno no tuviera razones legales para permitir el paso alrededor de Las Ventas.
Uno, porque otras manifestaciones de distinto digno han tenido ese permiso y otros fuera de plazo, aplicando la propia normativa sobre la urgencia del acto. Otra, porque la propia Constitución, en el artículo 21 deja claro lo siguiente: “se reconoce el derecho de reunión pacífica y sin armas. Este derecho no necesitará de autorización previa”. La delegación del Gobierno aplica el apartado siguiente del mismo texto:
“En los casos de reuniones en lugares de tránsito público y manifestaciones, se dará comunicación previa a la autoridad, que solo podrán prohibirlas cuando existan razones fundadas de alteración de orden público”. Pues bien, conociendo los casos de la Constitución, en la petición enviada, quedaba claro que se pedía una “concentración”, no una manifestación. Dos, que se especificaba que se haría “sin interferir la vía pública alguna” y sin mensajes o voces “con intencionalidad política o partidista alguna”. Tenía el Delegado todo en sus manos para admitirla, pero la denegó.
Con un añadido. En el asunto del email de su respuesta, aparece la palabra “Prohibida”. No es pueril pensar que si otro colectivo fuera el demandante, no sólo no aparecería ese término tan innecesario como agresivo, sino que habría sido admitida. No importa, se hará. Y que se hagan todos los que se pueda. De forma pacífica, elegante si hace falta. Suerte a todos, y gracias sin límites a las gentes de la base del toreo y de la afición que están haciendo posible que cumplamos con nuestra obligación social y con nuestros derechos.

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