Diario del Estado de Alarma (Día 90): Rafael o la cultura del paseo
Todo cuanto sé sobre educación y cultura se lo debo al toreo. Llegué a él por libre elección y a través de los libros y en medio de su caótico y hermoso mundo multipliqué mi formación. Hasta llegar a la conclusión de que educación no es igual a escuela, ni tener cultura es igual a universidad. La gente más educada y la más instruida puede usar sus conocimientos de la forma más criminal, como dijo Chesterton. También pueden usar su instrucción para evitar exponerse. No existe más cultura que la que se dirige con máxima exposición hacia el rescate de aquellos que han perdido sus derechos. Las gentes del toreo, extraña paradoja en un mundo de valientes, han mantenido siempre una cautela excesiva a la hora de usar su cultura y educación para rescatar sus derechos legítimos. Pero el toreo no educa ni manufactura en la cultura de la urbanidad cortesana. Estoy convencido de que los “paseos” que están por venir son la eclosión mejor y más grande de la cultura y la educación del toreo en la historia de este país.
No hay arte, cultura, educación o formación alguna que no mame en la pasión. Si alguien le resta pasión a una pincelada de Van Gogh, hace de él un encalador de paredes. Si le quitamos a Rafael de Paula (cumbre en su vídeo culto) la pasión en un ayudado por alto, hacemos de él un juez de línea marcando un fuera de juego. Si le quitamos a un mozo de espadas el cariño que debe al botijo, hacemos de él un grifo de lavabo cualquiera. Pero más allá. Si tratamos de quitarle al toreo su dignidad, en un ejercicio de aislamiento social, en una persecución a la luz del día y en las sombras, ¿sigue siendo toreo? Sólo lo seguirá siendo si no pierde su pasión, su cultura, su arte. Y no perder nada de esto es exponerse y hacerse visible frente a la sociedad. Porque el toreo existirá siempre, incluso prohibido, si hemos demostrado ser cultos al salir a la calle cuando la calle es el único lugar que nos han dejado para pronunciar nuestro nombre.
‘El toreo existirá siempre, incluso prohibido, si hemos demostrado ser cultos al salir a la calle cuando la calle es el único lugar que nos han dejado para pronunciar nuestro nombre’
Pronunciar el nombre de cada hombre y de cada mujer. Banderillero, picador, mozo de espadas, ayuda, ganadero, vaquero, mayoral, el nombre de cada vendedor de agua, de cada vendedor de flores y almohadillas, el de cada mujer de cada abanico, del que corta la entrada, del guardia civil del callejón, el nombre de cada hombre y mujer que agitan el pañuelo o se quedan roncos de tanto óle. Cuando al toreo y a cada hombre y a cada mujer del toreo no le llega la sal ni el pan ni el agua, cuando las dos mejillas de los derechos negados se han puesto miles de veces, es el momento de ser cultos. De ser educados. Es decir, de salir a salir a la calle. De ir a todos los paseos para hacer visible la demanda de nuestra dignidad.
Pienso, además, que la gente del toreo que sale a la calle ahora, sale como avanzada de aviso a una sociedad dormida. Todo lo que sucede en España sucede primero en el toreo, el campo de pruebas de nuestra vida como país, según Ortega y Gasset. Y lo que sucede es el intento sistemático de una primera censura y prohibición de la cultura, el toreo. Censurar es detener el desarrollo de la cultura. Y la cultura es frágil: si destruyes una generación de la cultura de un pueblo, has hecho que jamás haya existido. El ejemplo es Cataluña y los toros.
‘Pienso, además, que la gente del toreo que sale a la calle ahora, sale como avanzada de aviso a una sociedad dormida. Censurar es detener el desarrollo de la cultura. Y la cultura es frágil: si destruyes una generación de la cultura de un pueblo, has hecho que jamás haya existido. El ejemplo es Cataluña y los toros’
Con los argumentos de una sociedad más justa y tolerante se abandona la cultura de cada país, de cada tierra, y se abraza la cultura líquida e inflamable de lo global que no tiene, como tiene el toreo, almas para seducir, sino clientes que captar. Los paseos son, sin duda, mucho más que el toreo en armas de paz, mucho más que una rebelión justa, es una revuelta culta. Porque le está diciendo a cada español que detrás del toreo llegará más censura.
No es suficiente la negociación. Esta es necesaria y obligada, pues los puntos de encuentro se logran negociando. Pero la firma de cada acuerdo, en la Historia, llegó tras la pelea y la lucha por ese acuerdo. Y en nuestra historia sumamos una gran paradoja. Que un mundo que exalta el valor haya mantenido una relación de no tanta valentía con las administraciones. Puede que ahí, en un exquisito y hasta excesivo celo educado, el toreo dejara de ser visible. No es que quien no llora no mama. Que también. Es que jamás una cultura del pueblo esperó tanto de forma tan callada. Jamás nos habituamos tanto a no tener nada. Luego de no tener nada, nos habituamos a que nos quitaran lo poco que había en esa nada. Y ahora resulta que también nos quitan la dignidad. Y eso no. Podemos estar desesperados por los tiempos que padecemos. Pero el hábito de la desesperación es más cobarde que la desesperación en sí mismo.
PD. Gracias a todos y cada uno de los que han sido capaces de organizar algo como lo que va suceder este fin de semana y el que viene. Gracias. No se trata sólo de llegar. Se trata, al menos, de comenzar el camino.
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