Diario del Estado de Alarma (Día 88): ‘El sueño de la razón y el soñar del toreo’



Análisis de la situación nacional y de la Tauromaquia.



El individuo en su soledad es un enfermo, una rama que podar. Algo que erradicar, no sea que la sociedad queda contaminada por su libertad a solas. Y, sin embargo, el hombre, por el hecho de serlo, ha de ser consciente de su soledad, su individualidad, pues sólo así comenzará la búsqueda del otro. Esa soledad del individuo es la madre de todas las preguntas, respuestas, descubrimientos, ideas, filosofías. Ningún colectivo un día se puso de acuerdo para concretar la ley de la gravedad, ni para inventar el teléfono, ni para escribir la Divina Comedia, ni para dar el primer lance con un capote. Esto es lo que está en juego, la soledad. El arte. La creación. La libertad. Nos llegan mensajes de un Estado que prohíbe la soledad, el individuo. Llegó el tiempo de la felicidad colectiva.

Esa es la razón por la que el toreo está proscrito. Todo lo que no es colectivo es peligroso. Todo lo que no produzca, dirija, controle, ceda o proponga el Estado, es peligroso. Así, el machismo no es peligroso por si, sólo lo es si lo denuncia el Estado. Tampoco lo es la homofobia o, incluso el hambre. Nada existe si no lo pare el Estado. ¿La cultura? No lo es sino es cultura del Estado. ¿Las preguntas, las inquietudes? Sólo las preguntas para las que, antes de hacerlas, ya tiene las respuestas el Estado. Las inquietudes sólo se plantean cuando existe el remedio para ellas. Soledad, individualidad, creatividad, libertad, pensamiento, inteligencia, todas ellas básicas en la esencia el toreo, son un peligro para la sociedad equiparada al Estado.

El toreo es el arte que jamás podrá ser arte de Estado. Arte administrativo. Hay un componente de individualidad y de soledad sin norma posible que hace del toreo la expresión cultural más indomable. Por esta razón ha subsistido a todas las prohibiciones de reyes, papas, estadistas o políticos.

Desconozco en mi entorno a personas fabricantes de machismo, homofobia, o de cualquier comportamiento que se aleje del trato de igual a igual. Y mi entorno, tantos años, ha sido el de la Tauromaquia. No conozco un ecosistema que acepte mejor la convivencia entre gentes con riquezas tan dispares como su ideología e incluso su sexo. Un lugar donde se activara cualquier sectarismo jamás habría encontrado mi apoyo. Tampoco lo habría tenido de tantos y tantos artistas de mente evolucionada en la historia y en todo el mundo. Y todo, extramuros de lo colectivo: cada pintor en cada época pintando toros, cada fotógrafo con su cámara, cada escritor con su pluma, cada torero con su talento. Cada toro con su embestida.

El toreo es el arte que jamás podrá ser arte de Estado. Arte administrativo. Hay un componente de individualidad y de soledad sin norma posible que hace del toreo la expresión cultural más indomable. Por esta razón ha subsistido a todas las prohibiciones de reyes, papas, estadistas o políticos. Con ninguna hizo collera y ninguna pudo con el toreo. ¿Que tienen de común Belmonte, Gallito, Manolete o Luis Miguel con Picasso, Botero u Orson Welles? Que ninguna administración fue capaz de administrar, prohibir, dirigir, encauzar su arte. Observo, sin embargo, que tanta cultura de hoy en artistas de hoy sólo son propiedad de la Cultura del Estado, pues sólo sobreviven gracias a los Presupuestos Generales del Estado. No del riesgo de su talento expuesto a la gente.

¿Que tienen de común Belmonte, Gallito, Manolete o Luis Miguel con Picasso, Botero u Orson Welles? Que ninguna administración fue capaz de administrar, prohibir, dirigir, encauzar su arte.

La sociedad admite el mensaje del Estado. De tal forma que todos los ismos nacidos de lo sectario, como el machismo o el feminismo son perversos en función de lo que diga, proponga o sitúe el Estado. En este caso, en la llamada izquierda política del neo comunismo de Podemos. El toreo, sin embargo, es fascismo. Así de sencillo: a un lado o al otro siendo uno u otro lado lo correcto o lo que ha de ser perseguido. Todo en un colectivo y en un colectivo administrado por el Estado. Uno de los ejemplos más claros de la Verdad de Estado es el llamado animalismo.

De la misma forma que el toreo jamás podrá ser un toreo de Estado, el ecologismo tampoco podrá ser posible desde el “animalismo” del Estado. Son las antípodas. Se excluyen. Toreo y Estado son aceite y agua históricamente, como lo son ecología y animalismo. Una Ley de Bienestar animal que finalice con el toreo, provocará en breve el desastre ecológico más grande la historia de nuestro país con la reforma de la dehesa. La ecología de Estado a través del animalismo sólo es una extensión más de la prohibición y anulación de lo individual. De la acción del hombre desde su soledad, como individuo.

Un ganadero sumado a otros ganaderos, uno a uno, mantienen la reserva ecológica mayor de España y reconocida en Europa. Es una ecología que nace del individuo, cuestión indeseable para el Estado. Terminar con las corridas de toros es dar finiquito a un arte individual nacido de cada talento en soledad, el del torero, y, además, terminar con la libertad ecológica no dominada por lo colectivo. Da igual sus consecuencias porque de lo que se trata es de hacer un mundo sin identidades individuales que propongan preguntas para las que no hay respuesta estatal. Un disidente. Eso es lo que somos. No conozco a un torero que no haya soñado. Soñar con los ojos cerrados y en soledad. De eso de nutre este arte.

Nos proponen que Platón no piense en soledad sobre el mito de su cueva, que las vidas de Buda, Maquiavelo, Mahoma, Dante, Picasso, Einstein, Manolete, no sean vidas para crear, preguntar, idear, proponer, sacudir al mundo. Todos soñando lo mismo y con los ojos abiertos y a la misma hora. El hombre que pertenece al Estado sueña disciplinado los sueños de la razón: una renta mínima para mi hambre sin preguntar quién es el causante de mi hambre. El toreo es eso que nos alerta: cuidado, estamos soñando con la razón. Puede que ese grito haga que muchos despierten y que, de nuevo, se comience a soñar con los ojos cerrados y de madrugada. Y eso es, exactamente, lo que no quieren. La razón real de nuestra deseada muerte.

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