Diario del Estado de Alarma (Día 89): Cultura, sí; pero cultura del campo



Análisis de la situación nacional y de la Tauromaquia.







La ciudad es ese ejército que recluta humanos en el campo y lo vacía y lo deja lleno de ancianos secos y de tierra seca. La ciudad recluta hombres y mujeres que no nacen en ella. Esa es la España vacía de la que todos hablan y ninguno pisa. En esa España, en más del 85% de nuestro país andan las gentes tejiendo una telaraña humana de supervivencia. El campo no quiere que sus hijos vayan a esa guerra urbanita. El toreo nace en esa ruralidad de leva militar urbana y padece lo que todo hijo de lo rural padece. No estamos solos. La Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (ASAJA) y la Alianza Rural han enviado su apoyo sin matices al toreo en estos tiempos de discriminación. Cómo es posible tanta ignorancia en Cultura: no ayudar al toro es dejar a España vacía de su cultura rural.
¿Qué es la cultura rural? Comer, respirar. Esas tierras con esos hombres fabrican cada día el crédito ecológico que se traga voraz la ciudad grande. La Ciudad Estado. Fabrican los alimentos para dar de comer cada día a la ciudad. Fabrican los toros para ser toreados en la feria de postín. Vaciado por abandono lo rural, este país y este mundo se convertiría en una suma de grandes cárceles de cemento habitadas por una hambruna irrespirable y venenosa, pasto de cualquier peste.
‘Vaciado por abandono lo rural, este país y este mundo se convertiría en una suma de grandes cárceles de cemento habitadas por una hambruna irrespirable y venenosa, pasto de cualquier peste’
‘Los dioses’, -decía Virgilio-, ‘nacieron en los bosques’. Como la dehesa, bosque natural/humano hecho con las yemas de los dedos de cientos de generaciones de españoles. Si corre peligro el toreo por inactividad o por su inanición, corre peligro su original punto de partida que es el campo. Hablar de cultura y de legalidad, de leyes sobre cultura y su cumplimiento es, cada vez más, una mentira que compartimos con quienes desean que el toreo no sobreviva. Desde una ley de barro no se sostiene este mundo, grande o chico, pero cierto y valioso. Sólo desde el campo, desde su vitalidad natural, cultural, ecológica, productiva e insustituible, el toreo tiene la chance que no le dará jamás ley alguna.
Insiste la gente del toro en pactar su vida, pactar su indulto para unos años pocos, en una especie de ganar tiempo hacia otra peste. Es desde el campo. Los ganaderos de lidia tienen en su mano la necesidad y la obligación de liderar la Tauromaquia desde su origen, la tierra. La tierra será siempre necesaria. El aire que respira cada ciudad, el pan que sale del trigo, es campo, es ruralidad, es toreo. La Ley de Bienestar Animal que se está redactando y a la que el toreo no le echa cuenta, es el gran enemigo.
‘La Ley de Bienestar Animal que se está redactando y a la que el toreo no le echa cuenta, es el gran enemigo. Pero, al mismo tiempo, es el gran argumento y el real campo de batalla de nuestra existencia. Muerto el toreo, se producirá el genocidio genético y ecológico más brutal de la historia de este país’
Pero, al mismo tiempo, es el gran argumento y el real campo de batalla de nuestra existencia. Muerto el toreo, se producirá el genocidio genético y ecológico más brutal de la historia de este país. Los ganaderos no están solos. A su lado, aunque no los vean, están las gentes del campo, los gestores de bienestar alimentario y ecológico de este país olvidados y vampirizados por la Ciudad Estado. La Alianza Rural es el lugar de acogida del toreo, al lado de asociaciones valientes de gentes valientes, como ASAJA; cuya identidad política es la tierra, el agua, el aire.
A este país no le quedará más remedio que pelear por su ecología y recursos naturales. La ciudad deberá cesar en el secuestro de las gentes jóvenes del campo, de ese reclutamiento de sangre nueva porque la ciudad no está para nacer sangre nueva. Tarde o temprano lo rural, lo ecológico, el campo, será foco de todas las miradas y el toreo es campo, es lo rural, es ecología, es producción que sostiene a la ciudad. El toreo debe de dejar de mirarse en los cristales de los escaparates de las ciudades, de las ferias de perfume. El toreo lleva mucho tiempo mirándose el ombligo en la ciudad. El toreo está en la ciudad porque existe el campo.
Nos han colocado donde querían, en la ciudad. Y en ella debatimos si somos cultura o no siendo la cultura urbanita lo que decida una administración. Un día, aparcaremos nuestras propias mentiras y responderemos a esto: de qué nos sirvió una Ley y “ser cultura de ciudad”. En la ciudad somos enemigo chico, alejados de la gente, un algo sin comunicación, una especie que no casa bien con el asfalto. O el toreo se une hombro con hombro con los españoles que llevan años luchando por la tierra y todo lo que come, pasta, riega, siega, cosecha, caza y pesca o el prurito legal cultural, veleta de vientos desfavorables nos alojará en eso que ni tiene vida ni presente: los museos.

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