Diario del estado de alarma (primer día)
Análisis de la situación nacional y de la Tauromaquia
Sábado, 14 de marzo de 2020. Primer día del estado de alarma en España. En Madrid hace sol, se ve desde las ventanas y lo que se percibe es un vacío en las calles y la extraña sensación de un estado de excepción. Es el primer día de la Gran Fatalidad y, sin embargo, creo que esta España comenzará a serlo. O al menos creo que está ya obligada a comportarse como esa España que decimos que somos, un país de gentes solidarias y fuertes. Es fantasmagórico el entorno. Cuando las Fallas deberían estar abriendo páginas, Valencia y España están vacías en sus calles y en ellas sólo pasea, invisible, el miedo.
Este exceso de información a veces tan desinformadora, pues creo que ya los datos y los porcentajes se alejan de la exactitud menos rigurosa, contribuye al miedo paseante. Me cuentan los que contacto por teléfono que los toreros y los ganaderos también se han disciplinado en esta alarma. Las actividades son mínimas en las plazas de tienta, se alimenta a los animales, las corridas que deberían haber viajado se quedan en las fincas a la espera de su pienso de cada día. Capotes y muletas se muestran cautamente perezosas. Es lo que toca.
Me cuentan los que contacto por teléfono que los toreros y los ganaderos también se han disciplinado en esta alarma.
En este primer día del estado de alarma no sólo el toreo no sabe muy bien que va a ser de él. España entera no lo sabe. Pero caer en el derrotismo al que invita la tragedia sería tan irresponsable como fuera de nuestra seña de identidad. Creo que, en tiempos de inactividad por tragedia, es tiempo de comunicar fe y esperanza. He sido crítico siempre en la bonanza falsa y ahora es tiempo de no caer en el victimismo, aunque seamos víctimas reales. Hay aficionados dentro del sector sanitario de riesgo, gentes del toro, españoles todos, para los que la esperanza es el único alivio humano.
Tiempo habrá para que todos, primero como españoles, pasemos factura leal y justa, pero implacable, a unos dirigentes que jugaban al juego del poder adolescente, ideológico, sectario y casi infantil mientras el país pedía a gritos hombres y mujeres de una vez. Jugando a ser mujeres distintas, se jugaron la vida de muchos y muchas. Ellos jugaron con la separación más inhumana cada día entre los hombres y las mujeres jugando al botellón masivo en mi Madrid, en nuestro Madrid, en vuestro Madrid, no el Madrid de ellos, con una macro juerga de rédito político. Nunca sabremos el daño que una semi adolescente inculta y soberbia como Irene Montero ha hecho a mi Madrid y a mi país. Mis deseos como persona que se recupere pronto y que los suyos no pasen fatiga alguna.
Sigo teniendo fe que pondremos las medidas, calendarios, dineros, honorarios, fechas, ánimos, voluntades, para que, a la que se pueda, lo que no se celebró se celebre y que el verano y el otoño de toros en España y en Francia sea la mejor respuesta a este dolor.
Tiempo habrá de revisar esa foto de guantes de látex morado, del mismo color que los pañuelos en el cuello, del mismo juego que esa gorra que portaba la ‘divina’ Calvo, en una estática de idiotas irresponsables y sectarios paseante de su posverdad. Tiempo habrá de decirle alto y claro a un presidente que ser presidente es ser un hombre de una vez en los momentos de crisis, los que retratan a todos. Habríamos de buscar sin hallar en el baúl de la historia un presidente tan fatuo, enfermo de su ombliguismo y tan cobarde e inepto como mentiroso en esta gestión del coronavirus. Tiempo habrá.
Porque ahora el tiempo es el de la lucha. El de la esperanza y el del sacrificio. Y solidaridad. Todos tendremos un agujero económico del que será muy difícil recuperarnos. Todos. Pero de todo se sale y se sale juntos. Sigo teniendo fe que pondremos las medidas, calendarios, dineros, honorarios, fechas, ánimos, voluntades, para que, a la que se pueda, lo que no se celebró se celebre y que el verano y el otoño de toros en España y en Francia sea la mejor respuesta a este dolor.
Ánimo, ya queda menos para colocar el ‘No Hay Billetes’.
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