Diario del Estado de Alarma (Día 12): ‘Cuando debatíamos sobre un “tonto”’

Análisis de la situación nacional y de la Tauromaquia



Oye, ¿te acuerdas de tanta gilipollez? Hace muy poco, lo importante era el habeas corpus de una gorila. O manifestarse por una perrita cuya dueña era una enfermera que se contagió del ébola para la que, ‘of course’, no había ‘mani’. Hace poco si no decías ‘ellas y ellos’ eras machista. Hace poco se revisó en la Historia cada nombre de cada artista por si había sido facha, para borrarlo del mapa. Criminalizar a Colón por exterminador era ‘progre’. Hace poco lo importante era debatir sobre las expresiones soeces de un tonto del nabo como Willy Toledo. Es más, llamar tonto del nabo a un tonto del nabo era delito de odio. Al nabo…
Nos gastamos millones en estas cosas tan fabricadoras de país. Las teles no te digo, de Premio Nobel. Hace poco lo que era importante, pero muy muy importante era desenterrar a Franco. O la independencia de Cataluña. Hace nada había que acabar con el toreo porque luego sí, de verdad, seríamos un país de la leche. Finlandia, por ejemplo, que le encanta a Iglesias, pero el hombre se sacrifica en la Cruz de Madera de Galapagar. ¿Éramos o no éramos gilipollas? Es correcto. Sólo que unos más que las otras y los otros.
Aquí la peste le ha pegado un sopapo a mucho tonto por metro cuadrado, tantos que ya no cabía uno más. Bienvenidos al mundo real, se acabó el recreo. Y se acabó de tal forma que o hacemos dos cosas al mismo tiempo, que se puede y se debe, o seguimos siendo imbéciles, y a mí, de eso ya no me queda. Dos cosas. Una arrimar el hombro y pelear con dos cojones y lo que haga falta. Comprado. Otra, no aguantar ni una estupidez más. Por ejemplo: que todos los recursos, millones y millones de euros, centenares y miles de millones de euros destinados a Ministerios y Secretarías de la Gilipollez, sean trasladados de inmediato a Sanidad. Punto y muy aparte.
Todo españolito de a pie sabe que hay un montón de dinero destinado a: animalismo, mascotismo, feminismo, igualitarismo, terminología no sectaria (sic), desentierro de un tal Francisco, ayudas al feminismo por maltrato del Magreb, rediseño de pasos peatonales para que no sean sexistas, semáforos, estudios y análisis de bibliotecas para eliminar cuentos machistas y que Caperucita sea el lobo y viceversa, prohibición y compensación económica del toreo, inversiones de publicidad institucional al respecto por valor de mas de 100 millones. Y tantas cosas más, que vayan donde tienen que ir. A Sanidad, a los autónomos, a las pymes, a esta España que ya no tiene ni un pase por alto ni una lágrima de más para llorar.
Pero, ¿cómo no les da un autopánico de vergüenza a ésos que se llenan la boca, unos y otras, al hablar de la Sanidad Española cuando los profesionales tienen menos máscaras que bufandas los perritos de sofá?. Cuando están cayendo como chinches los profesionales por los que salen a los balcones España entera. Cuando se prioriza porque no da para más una mascarilla de 0,50 céntimos. Cuando hay ancianos conviviendo con cadáveres. Cuando la Ministra Calvo, la esposa del presidente, sus familiares y otros políticos son recibidos con alfombra roja por esa Sanidad mientras el resto de los españolitos esperan o sufren la desatención de la guerra. Por ejemplo, sus escoltas y familias. Tienen suerte: son de la España cojonuda, de la Guardia Civil, así que se morirán en silencio.
Son días de lo urgente más que de lo importante. Qué paradoja. Lo urgente es esa curva que dicen, hay que creer, tiene que aplanarse. Sea. Pero lo importante es terminar con quien quiso ser importante a través de las gilipolleces. Thomas S. Elliot escribió que la mayor parte de los problemas del mundo se deben a gente que quiere ser importante. Hay una larga, larga nómina de ellos decidiendo por todos nosotros con el catalejo del tirador apuntando con el revisionismo, el fascismo, el machismo, con el de los toros, el de la caza, el de lo rural.
No es tan inexplicable.
Cuando lograron hacernos un país sensiblero en lugar de sensible, adoramos la posibilidad de crear una dialéctica imprescindible, de país chachi, de proporciones de Ágora sobre lo que dijo un tonto del nabo para, una vez no finalizado este debate en tertulias, juzgados y televisiones, pasar al siguiente debate de vital intelectualidad que consiste en decidir que si decir tonto del nabo es delito de odio contra el Güili o contra el nabo. Y más adelante discernir políticamente si la palabra ‘nabo’ no es más bien cierto que es un icono machista y deberíamos decir tonto de la zanahoria. Pero resultó que zanahoria también era icono femen-fálico.
La clave de todo esto es que esos importantes no son imprescindibles o que los imprescindibles no son importantes. Mirad. Esta peste mata, pero también ubica. Os pregunto si no nos estará dando una horrible lección metafísica acerca de cuál es el lugar que ocupa el ser humano en la existencia, acerca de las limitaciones de todo egocentrismo, reflexión que saco de Jon Fowles en El Mago, obra que recomiendo para estos días en casa.
Ánimo, España, queda menos.
P.D. El nabo, también llamado berza, colza, naba, raba, rábano blanco, es una planta comestible cultivada principalmente en climas templados de todo el planeta como alimento de ganado, planta de intersiembra y consumo humano, principalmente por su tallo bulboso.

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