Diario del Estado de Alarma (Día 17): ‘Paloma en su 8-M’

Análisis de la situación nacional y de la Tauromaquia



Hola Paloma. No sé de quién fue la idea de meterte en esta cosa de exponerte públicamente. Exculpa a tu padre en cualquier caso. Aprovecho para agradecerte y, de paso, contarte una cosa que a los padres nos acongoja. Mascullamos la pena silenciosa de que podemos ser la generación de este país que deje a sus hijos en un lugar peor que el que soñamos y peleamos. Peor en muchos sentidos. Una sociedad que tiembla de miedo, con una economía en deuda y en duda, con una salud endeble y con un presente que nos impide el acto que mejor define a un ser humano, decir adiós con dignidad a nuestros muertos. Te hablo como si fueras adulta sin serlo, pero sé que llevas en tu ADN un torero. Seguro que lo comprendes.
     Mira. Me acaban de contar por teléfono la muerte de un ganadero. Una sola muerte en soledad de tantas. Para comenzar por el final, él en una camilla de un pasillo, solo. A ella, su mujer, le repitió antes tantas veces: no me dejes solo. Me pregunto, Paloma, quién está más muerto ahora, si el muerto o la viva, que lo dejó solo por normativa sanitaria. Levantar este país va a necesitar de una terapia humana sin precedentes. Habremos creado tantos zombis como en soledad hemos dejado morir a nuestros muertos. Lamartine, que leerás cuando seas algo mayor, dijo que a menudo el sepulcro encierra, sin saberlo, dos corazones en un mismo ataúd.
     Estás ayudando a que la gente pase un rato divertido. Que no ronee tu padre, Padilla, porque la que guía sus palabras es tu afición. Estás ayudando mientras pasáis en confinamiento estos días en una buena casa, en familia. Seguro que das valor a lo que tienes porque casi todo ha sido fruto del valor de tu padre. Las claves de la vida, Paloma, están en la adversidad y de eso, a pesar de tu edad, sabes algo. Quizá por ello das valor a tu presente. Y quizá por ello me atrevo a escribirte con un tono más elevado al de una adolescente. Porque hay niñas y hay niñas. Lo da la educación, el respeto y la familia.
     ¿Niñas y niñas? Claro. Hay niñas disfrazadas de mujeres. Nunca serán mujeres porque adoptaron un rol de niñas al gozar del Estado de Bienestar de este país. En esas niñas carentes disfrazadas de mujeres, tipo Montero, hay una desdicha que les marcará la vejez. Su insistencia en la niñez más irresponsable. Vosotras, las mujeres del toreo, las que no necesitáis una lucha estéril contra un enemigo inexistente, habéis hecho de la mujer un ser redondo, completo, admirable y libre. Muchos días de tu vida y de la de tu madre fueron un 8-M, pero de los de verdad. De los de morir o vivir. En cada herida de tu padre hay una esperanza de mujer, la de tu madre y la tuya. Y la de tu hermano, claro. Y la de toda tu familia. No se trata de ser mujer cuando se es niña. Pero jamás prolongues la niñez como forma de estar en el mundo en rebeldía sin nada por lo que ser rebelde de forma adulta.
     Hay en tu educación dos culturas. Te las han inculcado tus padres. La del respeto. Y la de la libertad. Seguro que sabes, qué te voy a contar, que estas dos culturas son las del toreo. En estos días duros se necesita libertad y respeto. La libertad que cedemos al estar encerrados y el respeto por los que están peor que nosotros, por los enfermos, por los que no torean, por los que ni entrenan, por los que no saben qué hacer con sus vacas, por los que no pueden ver una corrida de toros.
     Por cierto, estamos descubriendo a un gran comunicador en tu padre. Dile que le damos las gracias por este gesto que le obliga cada día a contar cosas teóricas, habiendo sido él un práctico. No dejes de hacer tus tareas de estudios. Todo ser humano que se cultiva y se educa es más libre sea hombre o mujer. No dejes de pensar en los demás, los que no tienen el privilegio de espacio/tiempo que tu tienes ahora. Da valor a la forma de cómo lo habéis logrado. España, una vez, estaba llena de gentes que así lo habían logrado.
     Formas parte de una generación que llegó a pensar que por el hecho de levantarse cada día, el pan y la sal y los derechos y la libertad, ya estaban en la mesa del desayuno. Pero no es cierto, Paloma, no creas a nadie y mucho menos a esas gentes amamantadas en la leche del rencor sin que tengan razón para tener rencor a nadie. No hagas caso a tanto niño y niña disfrazado de hombres y mujeres resultado de un país que no lee, que no lee, no piensa, no respeta. Y el día que te canses de lo del vídeo nos mandas levemente al carajo (perdón por la palabra).
     P.D. Gracias, Paloma.

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