Diario del Estado de Alarma (Día 13): ‘Cal y Twitter’

Análisis de la situación nacional y de la Tauromaquia



‘Un torero muerto, un ganadero muerto, casi un aficionado muerto, no entran nunca en las estadísticas. Hoy, en esta guerra, los muertos sólo son estadísticas. Ni siquiera un mal entierro. La muerte sin el derecho a bien morir es una mierda’

Hay que tener cuidado con los fantasmas, porque insisten en aparecerse. Los muertos con dignidad, no se aparecen, regresan. Los muertos del toreo son vivos que regresan. Este ecosistema del toro es bien grande en eso. El más grande. Nunca se mueren del todo nuestros muertos. El otro día creo que escribí que en eso consiste la Inmortalidad atea y la Vida Eterna para el creyente. Un torero muerto, un ganadero muerto, casi un aficionado muerto, no entran nunca en las estadísticas. Hoy, en esta guerra, los muertos sólo son estadísticas. Ni siquiera un mal entierro. Un adiós bien hablado. Una palabra. Un contexto de abrazos de luto al pie del hasta siempre. De la misma forma que el derecho a la vida es nada sin el derecho a bien vivirla, la muerte sin el derecho a bien morir es una mierda.

Estas estadísticas diarias, esta contaduría de muertos es ya una fábrica de fantasmas. Andarán apareciéndose por ahí luego. Cada especie animal tiene recursos tendenciosos para sus desesperaciones. Una ballena se queda varada en la playa, por ejemplo. El ser humano no arma tanto ruido, se quita de en medio sin dar el coñazo. Casi cuatro mil cada año. Fantasmas que seguirán apareciéndose. Un suicidado no tiene la categoría de muerto, es sólo estadística en el silencio censurado de esta sociedad del bienestar que ahora queda desnuda a la intemperie de la guerra.

‘Los únicos solos en soledad de verdad son los muertos de esta guerra. Me aterra, más que el bicho, morir así’

Creo, en positivo, que la inteligencia, cada vez más, es eso que está condenado al fracaso. No importa, regresará después de esta peste. Como, insisto, regresará esa cordura elemental de una sociedad que esté formada ni educada ni destinada, ni presupuestada ni dirigida ni manipulada desde un talento llamado “cuota”. Aquí lo que ha importado es la “cuota”, cuota de igualdad en género, cuota nacionalista…

Es como si este país fuera en todo boyante y de una fortaleza sideral donde ya nada teníamos por sufrir sino sólo esperar el edén del botellón en la calle y llegar a casa sola y borracha. Lástima porque los únicos solos en soledad de verdad son los muertos de esta guerra. Me aterra, más que el bicho, morir así. Sentir que los iguales de mi país están muriendo así me hace aspirar a ser varado en una playa.

‘Hemos dado por válido el pésame y el abrazo dado por una red social. Joder. Cal y twitter. Pedazo de mundo hacemos tras la borrachera de progreso y bienestar y la cuota’

Me da la impresión de que las gentes de este lado de España, las del toreo, tan dados a dignificar vida y muerte, tan próximos al dolor como a la alegría, tanto luna como tanto sol, somos los que ahora podemos pensar en cosas que en guerra no se piensan. Una guerra entierra con cal a puñados. Sea. Pero coño, que luego no sean fantasmas, que sean muertos, que se les haga su funeral uno a uno, que se les despida como merece un muerto que no sea fantasma.

Hemos dado por válido el pésame y el abrazo dado por una red social. Joder. Cal y twitter. Pedazo de mundo hacemos tras la borrachera de progreso y bienestar y la cuota. A veces creo que los que parieron, animaron y alentaron el 8-M y, con él, permitieron concentraciones de todo tipo, toros, fútbol, música, cines, teatros,…, creían que su mundo basado en la “cuota” era inmortal. Como un irlandés es el único inmune al psicoanálisis, según Freud, la “cuota” era la única inmune al bicho.

No nos conformemos con la cal de entierro en guerra. Las “fosas comunes”. También son comunes las fosas individuales que tiene en común la ausencia del más mínimo humano y fraternal adiós. Que no nos baste el pesar desde un Twitt. Como dice Juan Villoro: ‘No he sabido de nadie que baje el alma de su abuelo por internet’. 

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