"Este sexto al menos sí ha tenido unas pocas embestidas, templadas y por abajo", comenta el diestro del ejemplar del que ha paseado una oreja.
Cayetano también expresaba su felicidad en Sevilla tras haberle cortado una oreja al sexto y sentir cómo el público pidió con fuerza un segundo trofeo. El menor de los Rivera Ordóñez, en declaraciones a nuestros compañeros del canal Toros, afirmaba sobre ese sexto ejemplar de Daniel Ruiz: "Este toro, dentro de lo que tenía porque se ha rajado muy pronto como para haberlo cuajado, al menos sí ha tenido unas pocas embestidas, templadas y por abajo, y me ha dejado disfrutar de mi toreo y sentir a la afición de Sevilla".
Pocas artes encierran tantas supersticiones y manías como el toreo. Los toreros se aferran a imágenes y símbolos buscando protección y suerte. Cristos, Vírgenes o símbolos más laicos, como simples ajos o monedas, han acompañado desde siempre a quienes se juegan la vida en la plaza. Aun así, muchas veces ni el más sagrado de los iconos ha podido terciar para salvar la vida del torero. Y en muchas de las ocasiones que el albero se ha teñido de sangre humana, algo extraño ha precedido al momento fatal. Algo que la gente del mundillo taurino ha tachado de inexplicable, de anómalo e incluso de maldito. Dicen los entendidos que el torero nace, no se hace. En un arte tan antiguo, en el que el hombre se juega la vida frente a una bestia, la buena o la mala suerte, la fe y la superstición desempeñan papeles decisivos, tan importantes como la destreza del matador. El fervor es tal que desde siempre las estampas e imágenes religiosas han acompañado al matador, incluso en el trascurso de
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