Especial 100 años del nacimiento de Manolete (Parte 3) (Memoria Manoletista de Barcelona)
En Barcelona, el pasado 4 de Julio, a la misma hora en la que el Teatro Nacional de Cataluña acababa la presentación de la llamada Ley del Referéndum (ya saben), un grupo de aficionados rendia tributo de homenajes a Manolete, precisamente en el día de su nacimiento, hace un siglo.
Convocados a titulo individual, por amistades y afinidades, medio centenar de personas acudieron al restaurante Casa Leopoldo (felizmente recuperado), lugar de de encuentros durante muchos años, cenáculo de tertulia literarias, políticas, taurinas...
Casa Leopoldo se encuentra en el corazón del Raval (antes, Barrio Chino), sus paredes están decoradas con azulejos de estampas taurinas y en ellas cuelgan cuadros y fotografías que son parte de su historia y, también, de la de Barcelona. De entre quienes lo frecuentaron, sin duda fue Manuel Vázquez Montalbán quien, a través de sus novelas del detective Pepe Carvallo, lo popularizó en todo el mundo.
Sin nostalgia (el citado M.V.M. dijo al respecto: la nostalgia es la censura de la memoria),esa noche se habló de Manolete y de aquella ciudad que fue capital del toreo y lo hizo suyo para siempre, por que fue en la que más veces toreó, setenta tardes entre 1939 y 1947.
En 1944 los intelectuales del momento (aquellos que no habían muerto en la guerra civil o estaban en prisión o el exilio) homenajearon a Manolete (presente en el acto) en el madrileño Lhardy. Ahora, son pocos los intelectuales que defienden abiertamente la tauromaquia y menos aún en una Cataluña que en su viaje a ninguna parte la tiene proscrita. Pero muchos de entre esos pocos, catalanes de origen o adopción, estuvieron en Casa Leopoldo: escritores (Carlos Abella, Fernando del Arco, Salvador Balil); pintores (Luis Ventós, Joan Garcés); escultores (Joan Mora, Joan Gardy Artigas; Psiquiatra Leopoldo Ortega Monasterio), jurista Fuster Fabra); periodistas (Joaquin Luna)... tambien aficionados, veteranos (algunos, incluso vio torear al Monstruo) y no tanto, vecinos de tendido durante años en la Monumental. Causas de fuerza mayor impidieron a última hora la anunciada presencia de Salvador Boix, apoderado de José Tomás, después del propio Manolete y Chamaco la última gran referencia taurina de Barcelona. Y también estuvo un torero, Luis Francisco Esplá, que viajó para la ocasión. Tan distintos, Manolete y Esplá comparten la misma visión ética del toreo.
Manolete y Barcelona fue el hilo conductor de las distintas intervenciones (de Madrid llegó un sentido mensaje de Fernando Bergamín y de Barcelona la adhesión del director teatral Mario Gas) y aún hubo lugar para las canciones y la alegría, con el psiquiatra Ortega Monasterio (Hijo del autor de la célebre hubanera "El meu avi", en tonada por todos a pleno pulmón) como maestro de ceremonia.
Recordar a Manolete es recordar aquella ciudad entusiasmada con un toreo que unía en el fervor a ricos y pobles, vendedores y vencidos, para llevarlos a hombros de la Monumental al hotel, siempre el Oriente, en Las Ramblas, hasta el punto de que, como rememora Joaquin Luna, Periodista de La Vanguardia y uno de los promotores del encuentro, una carnicería de Barcelona anunciaba como el no va más "toro de lidia estoqueado por "Manolete", o que un restaurante, el 7 puertas, tenía y sigue teniendo una paella con su nombre.
Distintas ciudades españolas, con su Córdoba natal al frente, rinden tributo este año centenario a Manuel Rodríguez, pero entre ellas no está, paradójica y significativamente, aquella en la que más toreó, mejor lo entendió y con la que vivió un amor correspondido.
Una desmemoria, un olvido forzado que nace de la negación de la propia Historia, pero no podrá borrar jamás la huella de Manolete en Barcelona, como tampoco lo hará con la del toreo.
Convocados a titulo individual, por amistades y afinidades, medio centenar de personas acudieron al restaurante Casa Leopoldo (felizmente recuperado), lugar de de encuentros durante muchos años, cenáculo de tertulia literarias, políticas, taurinas...
Casa Leopoldo se encuentra en el corazón del Raval (antes, Barrio Chino), sus paredes están decoradas con azulejos de estampas taurinas y en ellas cuelgan cuadros y fotografías que son parte de su historia y, también, de la de Barcelona. De entre quienes lo frecuentaron, sin duda fue Manuel Vázquez Montalbán quien, a través de sus novelas del detective Pepe Carvallo, lo popularizó en todo el mundo.
Sin nostalgia (el citado M.V.M. dijo al respecto: la nostalgia es la censura de la memoria),esa noche se habló de Manolete y de aquella ciudad que fue capital del toreo y lo hizo suyo para siempre, por que fue en la que más veces toreó, setenta tardes entre 1939 y 1947.
En 1944 los intelectuales del momento (aquellos que no habían muerto en la guerra civil o estaban en prisión o el exilio) homenajearon a Manolete (presente en el acto) en el madrileño Lhardy. Ahora, son pocos los intelectuales que defienden abiertamente la tauromaquia y menos aún en una Cataluña que en su viaje a ninguna parte la tiene proscrita. Pero muchos de entre esos pocos, catalanes de origen o adopción, estuvieron en Casa Leopoldo: escritores (Carlos Abella, Fernando del Arco, Salvador Balil); pintores (Luis Ventós, Joan Garcés); escultores (Joan Mora, Joan Gardy Artigas; Psiquiatra Leopoldo Ortega Monasterio), jurista Fuster Fabra); periodistas (Joaquin Luna)... tambien aficionados, veteranos (algunos, incluso vio torear al Monstruo) y no tanto, vecinos de tendido durante años en la Monumental. Causas de fuerza mayor impidieron a última hora la anunciada presencia de Salvador Boix, apoderado de José Tomás, después del propio Manolete y Chamaco la última gran referencia taurina de Barcelona. Y también estuvo un torero, Luis Francisco Esplá, que viajó para la ocasión. Tan distintos, Manolete y Esplá comparten la misma visión ética del toreo.
Recordar a Manolete es recordar aquella ciudad entusiasmada con un toreo que unía en el fervor a ricos y pobles, vendedores y vencidos, para llevarlos a hombros de la Monumental al hotel, siempre el Oriente, en Las Ramblas, hasta el punto de que, como rememora Joaquin Luna, Periodista de La Vanguardia y uno de los promotores del encuentro, una carnicería de Barcelona anunciaba como el no va más "toro de lidia estoqueado por "Manolete", o que un restaurante, el 7 puertas, tenía y sigue teniendo una paella con su nombre.
Distintas ciudades españolas, con su Córdoba natal al frente, rinden tributo este año centenario a Manuel Rodríguez, pero entre ellas no está, paradójica y significativamente, aquella en la que más toreó, mejor lo entendió y con la que vivió un amor correspondido.
Una desmemoria, un olvido forzado que nace de la negación de la propia Historia, pero no podrá borrar jamás la huella de Manolete en Barcelona, como tampoco lo hará con la del toreo.
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