Sebastian Castela (el triunfo de la emocion)(Entrevista)
Uno de los grandes triunfadores de San Isidro ha sido, sin lugar a duda, Sebastián Castella. El francés ha cortado un total de tres orejas, pero ha sido la épica tarde del 30 de Mayo cuando después de un violentísimo percance, se repuso con raza para torear con profundidad a un toro de Garciagrande, al que le cortó las dos orejas, la que ha marcado su paso por Las Ventas. Fue el triunfo de la emoción y de la entrega de un torero que salió reforzado de Madrid.
El esfuerzo realizado por Sebastián Castella en Madrid tuvo recompensa, pues esa puerta grande vuelve a poner el torero de Béziers en el podio de los mejores. Su valor y capacidad de entrega estuvieron puestas, una vez más, al servicio del toreo. Más allá de, como él reconoce, la violenta paliza haya podido desviar la atención hacia ese componente vital de la Fiesta: el drama.
"Madrid es tan grande que te sientes obligado a hacer grandes esfuerzos para no defraudar -reflesiona Sebastián desde "La heroica", su hogar en Sevilla-. Sinceramente, después del percance del 30 de Mayo no estaba para torear otra vez en 48 horas. Afortunadamente, vino a mi casa José Antonio Salas, mi fisioterapeuta, y en dos sesiones de varias horas, me puso en pie, porque estaba cojo, con un esguince de la rodilla derecha, no podía poner derechas las rodilla para poder meter los riñones y encajarme para torear; y el dolor del talón, obviamente, con la cornada, además del golpe en las costillas, que en ese momento no sabía todavía que tenía rotas la quinta y sexta del lado derecho. No me quise infiltrar, pero sí tuve que anestesiarme porque sentía que mi obligación era volver a Madrid el día 1 de Junio".
-¿Qué te empujó a volver? ¿Era necesario este esfuerzo después de lo conseguido y demostrado?.
-Eso mismo me pregunté yo cuando estaba en el centro del ruedo y estaban banderilleando el toro de un compañero. Pensaba y sentía que no estaba ahí por dinero, ni por despertar ninguna admiración, ni por demostrar nada a nadie, pero miraba los tendidos llenos y sabía que estaba ahí porque soy torero, porque ese público me ha dado tanto que sentía que cualquier esfuerzo que yo hiciera por estar ahí y dar todo lo que tuviera y me quedara, era lo único que podía hacer. Tuve emociones encontradas, porque en mi capacidad mental estaba al trescientos por ciento, aunque físicamente sí estaba un poco limitado, pero que nada de eso afectó el resultado final.
-Después de venir de cortar dos orejas y de hacer un esfuerzo así, con un público que sabía muy bien por lo que habías pasado, aunque tampoco le quisiste dar mayor importancia, ¿no te pareció ingrato que Madrid no te sacara a saludar una ovación? A mí personalmente, sí me lo pareció.
-Hubo aficionados que sí me lo reconocieron con aplausos, y lo agradezco, pero tampoco fue algo unánime, entonces no quise ni provocar la empatía, o la antipatía de los demás y preferí no salir.
Tampoco le doy demasiada importancia porque no toreé el viernes para recibir una ovación por el esfuerzo, pero te digo que sentí el respeto de todos y eso me engullece y me ayudó a mantener la mentalización durante toda la corrida.
Cuando tienes una motivación y una mentalización tan fuerte, el cerebro manda unas señales que reducen cualquier dolor que puedas estar sufriendo. Además, tampoco soy de quejarme, aunque, al final cuando ya había matado mis dos toros, el cuerpo se relajo un poco y entonces sí que sentí dolores con mayor intensidad y por eso me dolí al caminar.
¿Y como te sientes ahora?
-Bueno, la recuperación está siendo más lenta de lo esperado, he tenido muchas molestias y dolores, y me está costando más que otras veces. Quizá porque son lesiones óseas y de articulaciones, pues las cornadas sanan más rápido. Pero al menos estoy bien, estoy en casa con mi familia y poco a poco me voy sintiendo mejor.
-Ahora sí, hablemos de un triunfo, que aunque tuvo ese componente épico, por todo lo que tuviste que superar para volver a la cara del toro, no sólo a nivel físico, si no, supongo, también mental, tuvo además un importantísimo ingrediente de toreo profundo y verdadero. Más allá de que la raza que le echaste pudiera desviar la atención.
-Te lo agradezco que hagas ese matiz porque siento que así fue y algunos pudieron dejarse llevar por eso que dices, que la raza o la épica pudo desviar un poco la atención de lo que pasó allí. Quiero decirte que uno cuando hace el esfuerzo decirte que uno cuando hace el esfuerzo es porque puede hacerlo, al menos en mi caso. Y te lo digo por que muchos me han preguntado que por qué no me fui a la enfermería y, si lo hubiese echo, habría sentido que me engañaba a mi mismo, pues sabía que estaba en condiciones de continuar a pesar de la violencia del percance y mi obligación era estar delante de ese toro. Me correspondía. Enrique Ponce me dijo: "Vete, métete en la enfermería que yo me quedo con el toro", pero interiormente pensaba que de ninguna manera iba a pasar eso. Y no por Enrique, que le agradezco su buena intención, porque me lo pudo haber dicho cualquier compañero, de buena fe, por supuesto, sino por mi compromiso. Pero, es que sobreponerse a estas cosas también es parte de nuestra profesión. No te digo que fuera fácil, porque, sinceramente, fue muy difícil, me llevé un palizón tremendo, aunque estaba en caliente lo sentí con fuerza, pero lo bonito es, como dices, que le di la vuelta y pude hacer el toreo. Hombre, no ha sido la faena soñada, ni mucho menos, porque he tenido faenas mejores que esa de dos orejas en Madrid y, si Dios quiere habrá más pero hubo momentos con la mano derecha de mucha entrega, de profundidad, de romperme y de estar de verdad. Creo que me olvidé de todo ya cuando me eché de rodillas. Yo no soy de hacer ese tipo de cosas, pero hay momentos en la vida que hay que tirar la moneda, apostar y sentí que tenía que hacerlo.
-En ese momento, con la plaza todavía en tensión por lo que había sucedido instantes antes con el capote, se hizo un silencio ensordecedor. Parecía que aquello iba a explotar.
-Sí, hubo dos momentos en los que me impactó ese silencio, después alguno se acordó de que era Madrid y lo rompió . Pero realmente me sorprendió el respeto traducido en silencio.
-Te llegastes a plantear tirar únicamente por la vía de la raza?
-No, es que a base de cojones tampoco es mi línea. hay que tratar de tener la cabeza en su sitio. Cuando cogí el capote para llevar al toro esa segunda vez al caballo le vi virtudes y sabía que se las podía sacar. Por un lado era una forma de sobreponerme, pero también quería ver al toro. Es cierto que la faena llevaba otros derroteros, había otras circustancias , pero es que el toreo también es esa épica, esa raza, esa emoción contenida de ver hay una lucha verdadera a vida o muerte. Por supuesto es la belleza plástica y estética de muletazos puros, templados, rítmicos, sentidos y profundos, como si estuvieras toreando de salón perro este ingrediente de drama no se puede perder. Obviamente, cuando estás tan mermado, lo disfrutas menos, lo sufres un poco, el toreo,digo, es una sensación difícil de explicar, pero lo sientes, lo vives, te lo exiges y, al mismo tiempo, te sale natural. Ves que sobrepasas limites que no te planteas en frío. Miras arriba, ves a veinticuatro mil personas que te están viendo, a un toro que delante que te quiere pasar por encima, y ya me lo demostró, y algo por dentro te empuja a seguir apostando, aunque estés reventado. Te lo estoy contando y me estoy emocionando, estoy sintiendo lo que viví en ese momento. Quizás eso mismo es lo que sintió la gente y es lo que hace que esto sea mágico.
Hay cosas, como esos momentos, que son inexplicables, que tampoco hace falta entenderlo, y se basan simplemente en emociones, eso es el toreo. Despúes, todo aquello pudo salir bien o mal, y eso ya lo juzfarán los aficionados y lo contarán los periodistas, pero lo que se vive en la plaza es único. Por todo eso, creo que, sin ser la faena soñada, será de las puertas grandes que recuerde con más emoción por lo que viví.
-¿Esa puerta grande era una necesidad para ti?
-¿Te soy sincero?
-Se que lo eres.
-Sí, la necesitaba. No empecé la temporada como quería, las cosas no me estaban rodando muy bien y tenía que arreglarlo en Madrid. Y, dentro de lo que cabe, se pudo arreglar en Las Ventas. Quería salir a hombros como sea, por eso, a pesar del trago amargo, me emocioné mucho. Tenia muchas motivaciones para ello.
-Algunos no estuvieron de acuerdo con la salida a hombros.
-Somos libres y estamos en una democracia y todos podemos pensar distinto, yo lo respeto, me parece bien, pero creo que hubo mayoría que pidió las dos orejas. Otros no, están en su derecho. Son aficionados y, como aficionados, a mí también hay cosas que no me gustan y no pasa anda. En el conjunto de la faena he sentido que sí me la merecía, igual que uno aveces siente que te han valorado más o menos, esta vez sentí que me la había ganado, tanto por el toreo como por la entrega, la raza y el esfuerzo. Nunca le di la espalda al compromiso, ni al toreo y me tiré a matarlo como mandan los cáñones, tanto que el toro no me dejó pasar y volvió a cogerme. Cuando me fui a la enfermería le dije a Don Máximo: "¿Me aseguras que me operas y puedo irme a hombros?" me dijo que sí y por eso me operé. eso no me lo quitaba nadie. ¿Sabes también por que?.
-Dime.
Es una tontería, pero creo que todo el mundo sabe que soy muy competitivo y después de que otros compañeros habían obtenido su quinta puerta grande, no quería ser yo el que me quedara atrás con cuatro. Parece mentira, pero cuando uno es ganador, hasta en estos detalles pelea.
-Personalmente m me preocupó que salieras, dada la violencia con la que ahora el público se abalanza al torero que llevan a hombros.
-Tuve suerte porque hubo mucho policía alrededor, algo que me extrañó, porque unos días antes no se notó tanto.
También pensé que me iban a terminar de reventar, pero no me importaba. Aun así afortunadamente me destrozaron el traje.
-¿Está tan difícil meterse en las ferias como para necesitar un triunfo así? Lo digo porque te lleva Simón Casas y eso debe pesar.
-A mí no me apoderan Nautalia ni Plaza 1, me apodera Simón, y es cierto, es una casa poderosa, pero ahora mismo, ni aunque tenga a todos los apoderados juntos, si no triunfas, a día de hoy, por cómo están las cosas, lo tienen difícil. Hay un cambio generacional, hay mucha competencia y los cupos en los buenos carteles se hacen más escasos y difíciles de conseguir. Pero más allá de lo profesional, también necesitaba ese aliciente moral y personal.
-esa presencia puntual en las ferias de comienzo de año se debe a la dificultad que has encontrado o a que decidiste hacer una campaña americana muy fuerte y prolongada.
-Por planteamiento preferí dejar pasar corridas que no fueran en plazas, importantes y quedarme en América. Quise hacer una temporada de seis meses allí porque personalmente me une muchísimo a países como Colombia y México.
De echo, tengo un sueño que es torear un año completo en América, ya Manolete lo hizo por otras circunstancias distintas, pero me gustaría cumplirlo y torear una o dos tardes como mucho en Europa durante una temporada. De momento, quería hacer esa toma de contacto más profunda de seis meses y fue una grandiosa experiencia. De toda mi carrera, ha sido la mejor temporada en América, probablemente no en cuanto a triunfos, pero sí en cuanto a experiencias, porque he aprendido mucho, he tenido muchas vivencias, he conocido muchas personas, he reforzado muchísimo mi vínculo familiar, estuve allí con mi familia todo este tiempo y ha sido maravilloso. Estoy muy agradecido con todas las personas que me han atendido en Colombia, en México y en Perú, porque han echo que se un gran invierno. Confieso que, al principio, cuando volví, acusé un poco el cansancio, porque, además, llevo dos años sin tomar vacaciones, que solía hacerlo, pero después de Sevilla me metí en una finca en México y me tomé un momento de descanso con mi familia, en el campo, tranquilo, que me vino muy bien para Madrid. Ahora, todo lo que ha pasado sólo viene a sumar a esa felicidad personal.
El esfuerzo realizado por Sebastián Castella en Madrid tuvo recompensa, pues esa puerta grande vuelve a poner el torero de Béziers en el podio de los mejores. Su valor y capacidad de entrega estuvieron puestas, una vez más, al servicio del toreo. Más allá de, como él reconoce, la violenta paliza haya podido desviar la atención hacia ese componente vital de la Fiesta: el drama.
"Madrid es tan grande que te sientes obligado a hacer grandes esfuerzos para no defraudar -reflesiona Sebastián desde "La heroica", su hogar en Sevilla-. Sinceramente, después del percance del 30 de Mayo no estaba para torear otra vez en 48 horas. Afortunadamente, vino a mi casa José Antonio Salas, mi fisioterapeuta, y en dos sesiones de varias horas, me puso en pie, porque estaba cojo, con un esguince de la rodilla derecha, no podía poner derechas las rodilla para poder meter los riñones y encajarme para torear; y el dolor del talón, obviamente, con la cornada, además del golpe en las costillas, que en ese momento no sabía todavía que tenía rotas la quinta y sexta del lado derecho. No me quise infiltrar, pero sí tuve que anestesiarme porque sentía que mi obligación era volver a Madrid el día 1 de Junio".
-¿Qué te empujó a volver? ¿Era necesario este esfuerzo después de lo conseguido y demostrado?.
-Eso mismo me pregunté yo cuando estaba en el centro del ruedo y estaban banderilleando el toro de un compañero. Pensaba y sentía que no estaba ahí por dinero, ni por despertar ninguna admiración, ni por demostrar nada a nadie, pero miraba los tendidos llenos y sabía que estaba ahí porque soy torero, porque ese público me ha dado tanto que sentía que cualquier esfuerzo que yo hiciera por estar ahí y dar todo lo que tuviera y me quedara, era lo único que podía hacer. Tuve emociones encontradas, porque en mi capacidad mental estaba al trescientos por ciento, aunque físicamente sí estaba un poco limitado, pero que nada de eso afectó el resultado final.
-Después de venir de cortar dos orejas y de hacer un esfuerzo así, con un público que sabía muy bien por lo que habías pasado, aunque tampoco le quisiste dar mayor importancia, ¿no te pareció ingrato que Madrid no te sacara a saludar una ovación? A mí personalmente, sí me lo pareció.
-Hubo aficionados que sí me lo reconocieron con aplausos, y lo agradezco, pero tampoco fue algo unánime, entonces no quise ni provocar la empatía, o la antipatía de los demás y preferí no salir.
Tampoco le doy demasiada importancia porque no toreé el viernes para recibir una ovación por el esfuerzo, pero te digo que sentí el respeto de todos y eso me engullece y me ayudó a mantener la mentalización durante toda la corrida.
Cuando tienes una motivación y una mentalización tan fuerte, el cerebro manda unas señales que reducen cualquier dolor que puedas estar sufriendo. Además, tampoco soy de quejarme, aunque, al final cuando ya había matado mis dos toros, el cuerpo se relajo un poco y entonces sí que sentí dolores con mayor intensidad y por eso me dolí al caminar.
¿Y como te sientes ahora?
-Bueno, la recuperación está siendo más lenta de lo esperado, he tenido muchas molestias y dolores, y me está costando más que otras veces. Quizá porque son lesiones óseas y de articulaciones, pues las cornadas sanan más rápido. Pero al menos estoy bien, estoy en casa con mi familia y poco a poco me voy sintiendo mejor.
-Ahora sí, hablemos de un triunfo, que aunque tuvo ese componente épico, por todo lo que tuviste que superar para volver a la cara del toro, no sólo a nivel físico, si no, supongo, también mental, tuvo además un importantísimo ingrediente de toreo profundo y verdadero. Más allá de que la raza que le echaste pudiera desviar la atención.
-Te lo agradezco que hagas ese matiz porque siento que así fue y algunos pudieron dejarse llevar por eso que dices, que la raza o la épica pudo desviar un poco la atención de lo que pasó allí. Quiero decirte que uno cuando hace el esfuerzo decirte que uno cuando hace el esfuerzo es porque puede hacerlo, al menos en mi caso. Y te lo digo por que muchos me han preguntado que por qué no me fui a la enfermería y, si lo hubiese echo, habría sentido que me engañaba a mi mismo, pues sabía que estaba en condiciones de continuar a pesar de la violencia del percance y mi obligación era estar delante de ese toro. Me correspondía. Enrique Ponce me dijo: "Vete, métete en la enfermería que yo me quedo con el toro", pero interiormente pensaba que de ninguna manera iba a pasar eso. Y no por Enrique, que le agradezco su buena intención, porque me lo pudo haber dicho cualquier compañero, de buena fe, por supuesto, sino por mi compromiso. Pero, es que sobreponerse a estas cosas también es parte de nuestra profesión. No te digo que fuera fácil, porque, sinceramente, fue muy difícil, me llevé un palizón tremendo, aunque estaba en caliente lo sentí con fuerza, pero lo bonito es, como dices, que le di la vuelta y pude hacer el toreo. Hombre, no ha sido la faena soñada, ni mucho menos, porque he tenido faenas mejores que esa de dos orejas en Madrid y, si Dios quiere habrá más pero hubo momentos con la mano derecha de mucha entrega, de profundidad, de romperme y de estar de verdad. Creo que me olvidé de todo ya cuando me eché de rodillas. Yo no soy de hacer ese tipo de cosas, pero hay momentos en la vida que hay que tirar la moneda, apostar y sentí que tenía que hacerlo.
-En ese momento, con la plaza todavía en tensión por lo que había sucedido instantes antes con el capote, se hizo un silencio ensordecedor. Parecía que aquello iba a explotar.
-Sí, hubo dos momentos en los que me impactó ese silencio, después alguno se acordó de que era Madrid y lo rompió . Pero realmente me sorprendió el respeto traducido en silencio.
-Te llegastes a plantear tirar únicamente por la vía de la raza?
-No, es que a base de cojones tampoco es mi línea. hay que tratar de tener la cabeza en su sitio. Cuando cogí el capote para llevar al toro esa segunda vez al caballo le vi virtudes y sabía que se las podía sacar. Por un lado era una forma de sobreponerme, pero también quería ver al toro. Es cierto que la faena llevaba otros derroteros, había otras circustancias , pero es que el toreo también es esa épica, esa raza, esa emoción contenida de ver hay una lucha verdadera a vida o muerte. Por supuesto es la belleza plástica y estética de muletazos puros, templados, rítmicos, sentidos y profundos, como si estuvieras toreando de salón perro este ingrediente de drama no se puede perder. Obviamente, cuando estás tan mermado, lo disfrutas menos, lo sufres un poco, el toreo,digo, es una sensación difícil de explicar, pero lo sientes, lo vives, te lo exiges y, al mismo tiempo, te sale natural. Ves que sobrepasas limites que no te planteas en frío. Miras arriba, ves a veinticuatro mil personas que te están viendo, a un toro que delante que te quiere pasar por encima, y ya me lo demostró, y algo por dentro te empuja a seguir apostando, aunque estés reventado. Te lo estoy contando y me estoy emocionando, estoy sintiendo lo que viví en ese momento. Quizás eso mismo es lo que sintió la gente y es lo que hace que esto sea mágico.
Hay cosas, como esos momentos, que son inexplicables, que tampoco hace falta entenderlo, y se basan simplemente en emociones, eso es el toreo. Despúes, todo aquello pudo salir bien o mal, y eso ya lo juzfarán los aficionados y lo contarán los periodistas, pero lo que se vive en la plaza es único. Por todo eso, creo que, sin ser la faena soñada, será de las puertas grandes que recuerde con más emoción por lo que viví.
-¿Esa puerta grande era una necesidad para ti?
-¿Te soy sincero?
-Se que lo eres.
-Sí, la necesitaba. No empecé la temporada como quería, las cosas no me estaban rodando muy bien y tenía que arreglarlo en Madrid. Y, dentro de lo que cabe, se pudo arreglar en Las Ventas. Quería salir a hombros como sea, por eso, a pesar del trago amargo, me emocioné mucho. Tenia muchas motivaciones para ello.
-Algunos no estuvieron de acuerdo con la salida a hombros.
-Somos libres y estamos en una democracia y todos podemos pensar distinto, yo lo respeto, me parece bien, pero creo que hubo mayoría que pidió las dos orejas. Otros no, están en su derecho. Son aficionados y, como aficionados, a mí también hay cosas que no me gustan y no pasa anda. En el conjunto de la faena he sentido que sí me la merecía, igual que uno aveces siente que te han valorado más o menos, esta vez sentí que me la había ganado, tanto por el toreo como por la entrega, la raza y el esfuerzo. Nunca le di la espalda al compromiso, ni al toreo y me tiré a matarlo como mandan los cáñones, tanto que el toro no me dejó pasar y volvió a cogerme. Cuando me fui a la enfermería le dije a Don Máximo: "¿Me aseguras que me operas y puedo irme a hombros?" me dijo que sí y por eso me operé. eso no me lo quitaba nadie. ¿Sabes también por que?.
-Dime.
Es una tontería, pero creo que todo el mundo sabe que soy muy competitivo y después de que otros compañeros habían obtenido su quinta puerta grande, no quería ser yo el que me quedara atrás con cuatro. Parece mentira, pero cuando uno es ganador, hasta en estos detalles pelea.
-Personalmente m me preocupó que salieras, dada la violencia con la que ahora el público se abalanza al torero que llevan a hombros.
-Tuve suerte porque hubo mucho policía alrededor, algo que me extrañó, porque unos días antes no se notó tanto.
También pensé que me iban a terminar de reventar, pero no me importaba. Aun así afortunadamente me destrozaron el traje.
-¿Está tan difícil meterse en las ferias como para necesitar un triunfo así? Lo digo porque te lleva Simón Casas y eso debe pesar.
-A mí no me apoderan Nautalia ni Plaza 1, me apodera Simón, y es cierto, es una casa poderosa, pero ahora mismo, ni aunque tenga a todos los apoderados juntos, si no triunfas, a día de hoy, por cómo están las cosas, lo tienen difícil. Hay un cambio generacional, hay mucha competencia y los cupos en los buenos carteles se hacen más escasos y difíciles de conseguir. Pero más allá de lo profesional, también necesitaba ese aliciente moral y personal.
-esa presencia puntual en las ferias de comienzo de año se debe a la dificultad que has encontrado o a que decidiste hacer una campaña americana muy fuerte y prolongada.
-Por planteamiento preferí dejar pasar corridas que no fueran en plazas, importantes y quedarme en América. Quise hacer una temporada de seis meses allí porque personalmente me une muchísimo a países como Colombia y México.
De echo, tengo un sueño que es torear un año completo en América, ya Manolete lo hizo por otras circunstancias distintas, pero me gustaría cumplirlo y torear una o dos tardes como mucho en Europa durante una temporada. De momento, quería hacer esa toma de contacto más profunda de seis meses y fue una grandiosa experiencia. De toda mi carrera, ha sido la mejor temporada en América, probablemente no en cuanto a triunfos, pero sí en cuanto a experiencias, porque he aprendido mucho, he tenido muchas vivencias, he conocido muchas personas, he reforzado muchísimo mi vínculo familiar, estuve allí con mi familia todo este tiempo y ha sido maravilloso. Estoy muy agradecido con todas las personas que me han atendido en Colombia, en México y en Perú, porque han echo que se un gran invierno. Confieso que, al principio, cuando volví, acusé un poco el cansancio, porque, además, llevo dos años sin tomar vacaciones, que solía hacerlo, pero después de Sevilla me metí en una finca en México y me tomé un momento de descanso con mi familia, en el campo, tranquilo, que me vino muy bien para Madrid. Ahora, todo lo que ha pasado sólo viene a sumar a esa felicidad personal.
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