Carta abierta al alcalde de Pamplona: “Pamplona, diversa y universal” ( Chapu Apaolza)
Estimado alcalde de Pamplona,
Nos
hemos sobresaltado los pamploneses, los sanfermineros y los amantes de
los toros y medio mundo en general con unas declaraciones suyas en las
que afirma que no ve unos sanfermines sin toros, “pero sí sin corridas”.
Señor alcalde, permítame
que le haga un apunte. Ya existen unos sanfermines sin corridas:
exactamente los sanfermines de todos aquellos que deciden no ir a la
plaza de toros, por la razón
que sea, en un ejercicio de libre voluntad, y que no participan de la
parte del programa que tiene que ver con los toros. Los pamploneses y
los visitantes pueden elegir la opción de participar en cualquiera de
los actos, incluidos los taurinos, en igualdad de condiciones y sin
tener por qué sentirse menos que los demás.
No
hace falta que le explique que el toro en la plaza y los encierros
están en el ADN histórico de las fiestas de la capital navarra, al menos
desde el siglo XIV. El toro bravo en el encierro y en la corrida ha
sido un eje fundamental para los sanfermines, dentro de la propia fiesta
y en su dimensión hacia el exterior. Para nosotros, el toro representa
un tótem y una figura fundamental del 6 al 14 de julio de la que estamos
orgullosos y en la que reposa gran parte de esta celebración fenomenal
de la vida que son las fiestas navarras. Entendemos además que el
encierro se hace porque existe la corrida.
Con todo, los sanfermines son muchas cosas. Asistimos a una grandiosa tradición cultural que cada uno vive a su manera particular. Para unos, la base son los encierros, para otros la Procesión y los actos religiosos, la Comparsa, las comidas familiares, el deporte rural, los toros en la plaza, las barracas o el reencuentro con los amigos.
No
hay un solo San Fermín, no queremos que haya un solo San Fermín, no lo
entendemos así, pero advertimos que dentro de ese Pamplona diverso y
universalmente acogedor, las corridas de toros son importantes para
muchos. La razón es que la tauromaquia en Pamplona es ferozmente nuestra, quizás uno de los elementos culturales más definitorios
de lo que somos. Porque nuestras corridas de toros comparten casi todo
con un legado cultural universal como es la tauromaquia, pero también
son especiales y diferentes a las que se celebran en Lima, en Nimes, en
Sevilla, en Aguascalientes, en Azpeitia, en Lisboa, en Madrid, en el
D.F., en Bogotá o en nuestra hermanada Bayona.
Pamplona tiene ‘el toro de Pamplona’, ‘los toreros de Pamplona’, el tendido de Sol de Pamplona, el sonido de Pamplona y es especial incluso la modélica gestiónbenéfica, tantas veces señalada desde fuera como ejemplo, con la Casa de Misericordia al frente.
Las
corridas de toros conforman nuestra identidad -habrá otras- y son una
parte fundamental de las expresiones culturales propias.
Usted, apreciado alcalde de todos los pamploneses, se pregunta si sería
posible una ciudad en la que desapareciera la identidad de una parte.
Unos sanfermines sin corridas, sin eso que sustenta a una parte -más,
menos, no importa- de la ciudadanía y de sus visitantes. El debate que
reclama -a instancias de la violencia terrorista y la amenaza de los
movimientos de liberación animal- es si se debe ejercer la censura
cultural sobre esta cultura, al fin y al cabo sobre una parte del pueblo
al que usted también representa y ampara, y al que se pretende
arrebatar una de sus expresiones fundamentales.
No
se trata de si puede haber muchos sanfermines, si no de si vamos a
permitir que haya uno solo. No hace falta que a usted le hable de la
necesidad de una fiesta plural en una ciudad plural. La tolerancia que
en muchas ocasiones ha reclamado legítimamente para otras sensibilidades
es la que reclamamos ahora nosotros para las corridas y el encierro del
6 al 14 de julio en nombre de nuestros sentimientos, pero también de la
libertad y de la diversidad. No hay una sola fiesta; no lo permitamos.
En los últimos años, Pamplona ha peleado por erigirse en capital de la
convivencia y del respeto, y se ha convertido en un símbolo y un lugar
en el que hombres y sobre todo mujeres puedan sentirse cómodos y
respetados. Estamos convencidos de que ese respeto ha de mantenerse
hacia todas las opciones de tradiciones y cultura de los habitantes de
la ciudad y los miembros de la hermandad universal sanferminera.
Quizás tenga la tentación de rebatirme diciendo que “las corridas no son cultura”.
Pero eso es algo que ni usted ni yo podemos decidir. Solo el pueblo,
ese que abarrota cada tarde la Plaza de toros Monumental de Pamplona,
puede decidir si los toros son una expresión
cultural popular propia o no. Es algo que nos recuerda la UNESCO en
todos sus tratados internacionales sobre diversidad cultural, suscritos
precisamente para evitar que algunos pocos tengan la tentación de decidir qué es cultura y qué no
es cultura. Al margen de la tauromaquia, ¿se imagina unas fiestas en
las que una parte de la población se creyera con derecho a prohibir la
diversión de otros?
Esa no es la fiesta que yo imagino, señor alcalde. ¿Sería posible una Pamplona sin corridas de toros?, se pregunta. Supongo que sí. Como sería
posible una Pamplona sin sus universidades, sin sus expresiones
religiosas, sin su castellano o su euskera, sin Sarasate o Barricada,
sin sus jotas y sus dantzaris.
Claro que sería posible. Pero ya no sería Pamplona.
Chapu Apaolaza
Portavoz de la Fundación del Toro de Lidia
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