El regreso triunfal -tres orejas- de Ponce a Sanse 18 años después bien merecía el titular. También el momento dulce que atraviesa Manzanares, que amenaza con repetir en septiembre un agosto soñado, sin mácula. Pero, entonces, toreó Pablo Aguado al tercero de una notable corrida de Luis Algarra. Y vaya si lo toreó. Al ralentí. Desde el ramillete de verónicas aterciopeladas. Fue el preludio de una faena cara, en la que el sevillano y su sevillanía -qué manera de andarle a los toros para salir de la cara- detuvo el tiempo. En cada muletazo, los segundos eran un poco más largos. Duraban más. Sobre todo, en dos tandas de naturales exquisitas. Directas al paraíso de la memoria. Triple Puerta Grande y comieron perdices en el broche de laFeria del Cristo de los Remedios.
Pablo Aguado cinceló una decena de verónicas sublimes al tercero. Al ralentí. Las dos medias, superiores. El inicio de faena, para sacárselo a los medios, lleno de despaciosidad, como toda la faena. Difícil torear más despacio y templado con ambas manos. Acompasando las embestidas en redondo, taloneando. Hubo dos tandas al natural, soñadas. A cámara lenta. Echando los vuelos y enganchando las embestidas del toro de Algarra, de nota, repetidor y con ritmo, tuvo siempre transmisión en el tendido. Los remates, pura orfebrería. Toreo caro de Alfa a Omega, que rezumó sevillanía y torería en la forma de andar y salir de la cara del toro. Media en muy buen sitio y dos orejas.
Cerró plaza un sexto castaño acapachado y más bastito, con el que Aguadovolvió a tejer verónicas de seda. Excelente recibo. Luego, el toro fue el más desaborío de la corrida. Siempre midiendo y andando, soltando la cara en cada acometida. Muy brusco y reservón. El sevillano lo enseñó por ambos pitones y lo ‘despeñó’ de buena estocada y descabello. Ovación.
Salió descoordinado el primero y quedó aún más dañado a la salida del peto, devuelto, en su lugar salió un sobrero del mismo hierro. Fuerte, grande, alto y montado, al que saludó Ponce con suavidad a la verónica. Humilló el toro en el percal y, tras recibir dos puyazos, volvió a mostrar esa nobleza en la muleta del valenciano. Ponce, con cuidado máximo, lo templó a media altura en un inicio de faena de muy buen trazo, siempre a favor del toro, muy pronto. Le fue atacando poco a poco, hasta exprimirlo en un final primero con una serie de rodilla genuflexa y otra posterior al natural. La estocada caída fue efectiva. Dos orejas.
Abrochado y estrecho de sienes, el ensillado cuarto salió con pies, Ponce le pegó media docena de buenas verónicas y una gran media. Manejable, de mitad de faena para delante, le costó más al burel y Ponce a base de provocarle la embestida y consentirlo, logró meterlo en el canasto. Antes, había dejado un inicio por bajo lleno de sabor. Sin embargo, fue el toreo fundamental lo que más llegó al tendido. Tandas reunidas, muy acoplado y metido en la faena del valenciano, que templó a media altura la embestida del toro, al que faltó siempre humillar algo más. El final, con poncinas y muletazos largos casi circulares, terminó de convencer arriba. Pinchazo, estocada corta y oreja.
Un salpicado de preciosas hechuras, aunque algo cuesta arriba, sorteó primero Manzanares, que le cosió un manojo de verónicas cadenciosas hasta los medios. Se desmonteró Daniel Duarte con las farpas. Buen tercio. Comenzó agarrado a las tablas, en un prólogo muy torero y con gusto. Después corrió la mano por ambos pitones en una faena muy ligada y preñada de empaque con un gran toro, pronto y codicioso, de enorme transmisión. Cuidó la puesta en escena y los tiempos muertos entre cada tanda. Los remates, una delicia. Un cambio de mano, larguísimo. El espadazo, recibiendo. De premios. Dos orejas con fuerte petición de rabo, que se aplacó con el pañuelo azul de la vuelta para el enclasado ‘Algarra’. Idéntico a lo que le pasó en Bilbao.
El quinto, bajo y armónico, acapachado, salió suelto y a su aire, lo que impidió que Manzanares rematara el saludo de capa a la verónica. Marcó querencias y Duarte estuvo soberbio en la lidia. El de Algarra tardeaba, pero cuando arrancaba, iba con todo y lo quería siempre por abajo. Manzanares tuvo que sacar su versión más poderosa y apretar desde la primera tanda al toro, codicioso, al que logró ligar las tandas gracias al mando y a dejarle puesta la pañosa en el hocico. Porfía que hubiera tenido premio de no ser por el manejo de la espada: pinchazo y bajonazo. Ovación.
Plaza de toros de La Tercera, San Sebastián de los Reyes (Madrid). Cuarta y última de la Feria del Cristo de los Remedios. Tres cuartos de entrada. Toros de Luis Algarra (el primero como sobrero), desiguales de presentación. Mejores, los tres primeros, toros de nota. Con prontitud, ritmo y nobleza, humilladores, lo quisieron todo por abajo. Destacó el segundo, de nombre‘Tamborilero’, número 68, premiado con la vuelta al ruedo. Sin entrega, el 4º; tardo, pero con transmisión, el 5º; y deslucido y reservón, a la defensiva, el 6º. Incidencias: Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio por Ignacio Zorita. Los toros lucen divisa negra. | ||
Enrique Ponce, dos orejas y oreja. José María Manzanares, dos orejas y ovación. Pablo Aguado, dos orejas y ovación. |
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