Qué pasa con Cayetano
En Pamplona el 12 de julio pasado, alternando con Ferrera y Perera, corta cuatro orejas con petición de rabo y se convierte en triunfador indiscutido del San Fermín. Ocho días después en Roquetas corta tres y sale a hombros con Castella y El Fandi. Seis días más tarde puerta grande en Santander desorejando un toro y dejando a pie a Urdiales y a Manzanares. El 10 de agosto, tres orejas y de nuevo a hombros en Fuengirola con De Justo, mientras Aguado salía caminando. El 16, otro toro desorejado en Ciudad Real y a hombros con El Juli y Manzanares. El 18 en Málaga, de nuevo tres orejas con Ferrera y Manzanares que se fueron en blanco.
No son coincidencias. Es una campaña insoslayable, acogida con fuerza y premiada por públicos diversos. Pero ¿Acaso se la dimensiona con justicia? Leo sin suspicacia titulares, crónicas, artículos, oigo comentarios profesionales ¿y…?
Parece un estado de opinión en la prensa española. No tomarlo muy en serio, ni a él ni a quienes le aplauden. Asordinar sus éxitos, cuando no demeritarlos como problemáticos para la fiesta, insinuando que su buena fortuna se debe al infortunio de Roca Rey y/o a sus apellidos.
Qué si la técnica, qué si el haber comenzado añoso, qué si lo mediático, qué si patatín, qué si patatán. Se le crítica lo que se loa en otros, que lidian los mismos hierros fatigando la temporada sin redondear una faena, ni un triunfo, mientras ríos de tinta y saliva les abrillantan minucias, poses, detalles, “pellizcos”.
A este, por contraste, los que pagan, son los que lo están encumbrando y eso quiérase que no siempre ha valido. Ahora, con las cosas como están debería valer más. Un torero de cuna, que asume su legado y circunstancia muy en serio, que torea y mata cómo le nace, que complace, que gusta y triunfa. ¿Cómo podría disgustar a todo el gremio informador?
Quizás la pregunta no sea, qué pasa con Cayetano sino, qué pasa con la prensa.
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