Papeletas para la tauromaquia

     El ayuntamiento de Valencia pretende prohibir la publicidad taurina en los autobuses urbanos, en Badajoz  se registra una moción para prohibir las faenas de acoso y derribo de la ganadería La Palmosilla. Son algunas de las últimas perlas en esta dictadura  travestida con ropajes de democracia de mercadillo que intensifica su acoso a la tauromaquia a medida que se acerca un calendario repleto de citas electorales. Las cuestas señalan un crecimiento significativo del PACMA, lo que contribuye a que el resto de la izquierda haga guiños animalistas ante el temor de perder una sensible bolsa de votos de su horquilla ideológica. Significativo fue una de las primeras acciones de la Ministra de Transacción ecológica, Teresa Ribera, fuera reunirse con representantes del aún extraparlamentario partido quienes le entregaron la propuesta de la conocida como Ley Cero con la que pretende acabar con los toros, la caza, la pesca, los circos y toda la actividad que relacione al hombre con los animales, salvo las que ellos decidan excluir. Lo cool  entre determinados individuos que se apropian del concepto de progresismo es lardear de que votarán al PACMA ahora que líderes de Podemos y sus marcas blancas se se aburguesan en ostentosos chalets. Las papeletas animalistas van a sumar más de lo que les dan las encuestas precocinadas por el CIS y sorpresa va a suponer la irrupción de VOX por la extrema derecha. Estos además disfrutan de la gratuita y muy rentable campaña de la izquierda con sus alarmistas altavoces mediáticos. Tanto tiempo etiquetando de fachas a PP y Cs que se an quedado sin adjetivo para herrar lo que viene. La sociedad Española está cada vez más radicalizada, azul o rojo, blanco o negro, el gris como color del hipotético centro político casi ni existe. El partido de Rivera llamado a ocuparlo juega con oportunismo todas las cartas de la baraja, el PP se vence hacia la derecha aunque aún lejos de lo que propugna VOX y el PSOE se aleja de su izquierda natural para recibir el calor necesario de iglesias. Con este inquietante panorama los extremos dejan de ser residuales para hacerse visibles y sacar músculo. Las propuestas de VOX representan el populismo en su otra vertiente, el opuesto a Podemos, polos que aunque parezcan repelarse y retroalimentan en cuanto a metodología. Unos debilitan a la izquierda y otros a la derecha fragmentándolas aún más. estamos cerca de reproducir en España actos reflejos de lo que sucede en el mundo y buena parte de Europa, este continente cada vez más viejo y desorientado que olvida de dónde viene y no sabe a dónde va. Populismo mezclados con nacionalismos serán su tumba cuando la nueva crisis económica que asoma la patita  por el horizonte debilite aún  más el estado del bienestar. En 1950 Europa acogía el 25% de la población mundial: para 2050 se estima que sólo alcanzara el 4%. La emigración no es un problema, es parte de la solución, la clave está en acertar con la regulación  para metabolizar las nuevas formas de mestizaje. Todas estas incertidumbres que inquietan las parcelas de confort desembocan en partidos mesiánicos que venden un mensaje sin disponer en su stock de las soluciones para ponerlas en práctica. Populismo y humo se convierte en sinónimos.

     El hecho de que VOX exhiba entre sus banderas las de las tauromaquia es decisión astuta dada la orfandad que sienten los aficionados y profesionales del sector con los representantes políticos. Lo malo es que estar metidos en ese totum revolutum radical de propuestas supone remarcar ese mantra que torticeramente ha extendido esta izquierda lega que asegura de que ir a los toros es cosa de carcas. fachas, franquistas y reaccionarios. Morante, Ortega Cano, el Soro o Vicente Barrera en los mítines de VOX visualizan aún más la intención del partido de Santiago Abascal de atraer el voto de los taurinos al tiempo que la izquierda nos señala a todos los que no gustan los toros casi como peligrosos neonazis, cuando resulta que debería ser el PACMA el que tendría que rendir homenaje a Hitler por haber dictado la primera ley de protección de los animales. Según los argumentos animalistas  fue un ejemplo de sensibilidad, la primera luz de su tenebroso y hoy rentable camino.

     De nuevo la tauromaquia se utiliza como moneda de trueque político. Si me votas te la defiendo a muerte y si no me votas atente a las consecuencias. De la izquierda y nacionalismo no esperemos más desprecio, los complejos de la derecha centrada del PP han echo mella en la moral de los partidarios de rito taurino  porque sus apoyos han sido timoratos y el cinismo de Albert Rivera tiene fotos de salida a hombros de la Monumental de Barcelona a la que se tiró como espontáneo al ruedo del oportunismo. Ahora reniega de lo que entonces proclamaba, mientras que la mayoría de sus representantes en instituciones nada hacen por defender una parte significativa de nuestra cultura y raíces. Manejan la idea de que a las fiestas de toros les queda poco tiempo. Que fallezca de muerte natural, sin asistencia ni atención primaria en las salas de urgencias. Ni un euro ni un aliento salvo en lugares puntuales donde les convenga. A VOX se lo ponen fácil.

     Si algo bueno tiene esta situación es que la tauromaquia entra en ese pack donde se hallan la caza, la pesca o la ganadería, lo que nos hace un poco más fuerte, o menos débiles, en cuanto a fines comunes para combatir en el frente de batalla de las ideas, la ética y la verdadera ecología. El problema es con qué papeletas quedarse.

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