LINARES GLORIA, POR SIEMPRE, A MANOLETE

     Qué grande debió ser Manuel Rodríguez Sánchez. Grande entre los más grandes. Y a las pruebas me remito, porque 71 años después de su desaparición el recuerdo de su figura aún pervive, y ese es un privilegio que sólo está reservado a aquellos que dejaron una huella indeleble a lo largo de su vida.






     Pero si hay un lugar donde esa presencia es perenne, además de su Cordoba natal, ese es Linares, una ciudad que desde aquella madrugada del 28 al 29 de Agosto vive a Manolete como algo propio, se identifica con él, y hace de su recuerdo un orgullo que llevan a gala los miles de aficionados que desde entonces han nacido en la Ciudad de las Minas, que así fue conocida durante muchos años por el gran potencial que la minería tuvo en sus alrededores. Hasta el punto de que durante una época muy prolongada en el tiempo, Linares contó con bastantes más habitantes que Jaén capital.

     Pero eso no la hubiera fistinguido entre otras muchas de no ser porque aquel 28 de Agosto de 1947,  Manolete trenzó allí el último paseíllo de su vida.

     Era la décima vez que actuaba en el coso de Santa Margarita, donde se había presentado como matador el 29 de Agosto de 1941 haciendo el paseíllo junto a Marcial Lalanda y Pepe Luis Vázquez para lidiar una corrida de José Escobar a la que cortó orejas. Apenas quedaban siete años para que los nombres de Manolete y Linares quedasen unidos para siempre.

     Paradojas del destino, Manuel Rodríguez perdió la vida en Linares, pero Manolete le dio la vida - Taurinamente hablando - a Linares, porque a partir de su muerte esta localidad jiennese se convirtió en un vergel para la Fiesta. Para no ir más lejos, la sangre derramada por el Monstruo fue como una  metafórica semilla de la que brotaron nada menos que diecisiete matadores linarense, nómina que encabeza Víctor Quesada, que apenas tenía doce años cuando murió Manolete y tomó la alternativa en 1960. Entre esos nombres, a los que hay que unir los de un sinfín de novilleros noveles, con picadores, banderilleros y picadores de categoría, sobresalen los de José Fuentes, Curro Vázquez y Sebastián Palomo, que tomó el nombre de su ciudad para anunciarse en los carteles y llegó  a ser lo máximo que pudo soñar un torero.

     La leyenda de Manolete hizo también que su feria se convirtiera en una de las ,ás importantes de Andalucía. Siempre con la fecha del 28 de Agosto como mascarón de proa, ese día el patio de cuadrillas ya era desde por la mañana un hervidero de profesionales y caras conocidas venidas de todos los rincones de España. Y por la tarde la cola de coches  entrando a Linares era impresionante, hasta el punto de registrarse retenciones de varios minutos. No en vano el abono, habitualmente compuesto por cuatro corridas muy rematadas, y excepcionalmente por alguna más, era de gran categoría y conseguir una entrada "buena" para Linares daba caché. Algo tenía Linares.

     Tanto como para que cuatro décadas después de aquella tragedia, la máxima figura del momento, Juan Antonio Ruiz "Espartaco" se anunciara allí el 31 de Agosto de 1988 para matar una seria corrida de Miura. De blanco y oro vistió el de Espartinas. Pero en esa misma feria José Miguel Arroyo "Joselito", que el día antes había cuajado a "Hospedero", de Sepúlveda, iba de rosa y oro. Con toda seguridad, como homenaje a Manolete, porque ese mismo terno fue el que usó varios años cada vez que toreaba en Linares.

     Rosa y oro, sólo que pálido, fue el que se enfundó Manuel Rodríguez en su último paseíllo. Y justo medio siglo después, otra máxima figura, Enrique Ponce, eligió un traje idéntica tonalidad y se anunció igual que había echo nueve años antes Espartaco, Para matar una de Miura en Linares. Ni el más veterano, por el fallo a espadas; ni el nuevo maestro, que pechó con un mal lote, pudieron salir a hombros, pero ambos gestos quedaron escritos en los anales de esta plaza con letras doradas. Seis años después, en 2003 era El Juli quien elegía el coso de Santa Margarita para la gesta de matar seis toros, entre ellos uno de Miura, último de ese hierro que hasta la fechaha saltado a ested ruedo. Se llamó "Galguito" y se fue con las orejas al desolladero.

     


            Pero para entonces Linares tenía un nuevo ídolo. Se llamaba José Tomás y los más viejos aficionados deciían que era el torero que más se parecía al ídolo de su juventud. A Manolete. Y ese joven de Galapagar, convertido en figurón máximo del toreo, elegía siempre torear en Linares el día 29, porque siendo ya 29 de Agosto expiró el Monstruo. Casi todos los años enfundando en una rosa clarito para hacer el paseíllo antes de volver loco am los tendidos, ya fuera cortando cuatro orejas y dos rabos en 1998, o bien desorejando a uno de Pereda que le había sacado los testículos con la punta del pitón en los inicios de faena, allá por 2000. Pero fue en 2007 cuando vestido "de purísima y oro" brindo a Joaquín sabina (que se había tomado esa licencia poética a la hora de componer la canción) y se llevó un cornadón en el primero de su lote.


     Reina el simbolismo en Linares alrededor de Manolete. El mayor de todos, que el torero más importante que ha dado la ciudad en las últimas décadas, Curro Díaz, naciera por deseo de su padre en la misma habitación del hospital de los Marqueses donde Manolete exhaló su último aliento. La 18. Allí llevaron  a Manolete porque una puerta la comunicaba directamente con el quirófano, previendo una nueva operación. Y allí llevo Paco Díaz, padre de Curro, a su esposa cuando se puso de parto. Cuarenta y cuatro años después. Curro Díaz es de los diestros que más veces, y por méritos propios, ha conseguido un trofeo tan preciado como el "Manolete", que muchos años quedó desierto y los dos últimos no ha sido convocado por el ayuntamiento, algo que, pese a haber sólo una corrida, nunca debió suceder.

     Porque en Linares sigue vivo Manolete. Aunque cada 28 de Agosto un paseíllo con los toreros desmonterados, un ramo de claveles rojos en el lugar donde cayó herido y un minuto de silencio solemne como recuerden su muerte. Si sería grande Manuel Rodríguez, si se recordará en Linares, que el año pasado no hubo toros y un grupo de aficionados encabezados por el matador Antonio José Lorite se movilizo y consiguió que ese día se hiciera la ofenda florar en la plaza, como siempre fue, como nunca debió dejar de ser. Si sería grande Manuel Rodriguez, que hace sólo unos días Manzanares se transfiguró en Linares en el mejor Manzanares del año y hasta acabó por manoletinas. Si sería grande, que hasta los que no quieren saber de toros saben que fue Manolete
























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