Una carrera tan fulgurante como limpia. Los toros de José Escolar protagonizaron un tercer encierro de las fiestas de San Fermín sin heridos por asta de toro, sólo dos contusionados en tobillo y hombro en Estafeta. Los cárdenos detuvieron el reloj en dos minutos y doce segundos para firmar la carrera más rápida de estos Sanfermines, sin inmutarse por un trazado aún algo mojado por las lluvias descargadas en la capital navarra.
La manada salió compacta de los corrales de Santo Domingo, con cuatro bueyes tirando de la misma, detrás los seis cárdenos de Escolar reunidos como una piña. No hubo incidentes en esta cuesta inicial, como sí sucedió en sus tres primeros años, cuando uno de los astados se dio la vuelta y quedó ya rezagado. Al contrario, velocidad frenética de los astados y carreras cortas de los mozos, resistiendo pocos metros en la cara de los animales.
También hubo limpieza en las dos curvas de Mercaderes y de entrada a Estafeta, con amplios huecos para que los corredores pudieran coger toro, eso sí, con la citada complicación de la elevada velocidad de los bureles. Ya en la recta de Estafeta, creció exponencialmente el número de mozos, muchísima densidad, que se ha traducido en empujones, caídas y muchos atropellos.
Uno de esas caídas tuvo a un cabestro como protagonista y provocó que la manada, compacta en todo momento, cambiara su cofección. Así, el manso frenó el galope de los dos últimos toros de José Escolar, que se quedaron diez, quince, metros por detrás de sus hermanos, aunque sin perder comba con la manada y todavía con alguno de los bueyes a su lado. Sin contratiempos, entraron los seis ‘Albaserradas‘ al ruedo para detener el crono en dos minutos y doce segundos.
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