Lo que el año nos deja
Y en ese paquete, en lo más alto, acabó, un año
más, Enrique Ponce, que volvió a ser el matador más firme, poderoso y
seguro del ejercicio.
Acabó 2018 y antes de pensar ya en el nuevo año hay que recordar qué dio de sí, y de no, el anterior. Al empezar una aventura todo es esperanza. Al terminarla todo se ha hecho experiencia.
Finalizó 2018 con una nota esperanzadora, el anuncio que Paco Ureña hacía de su vuelta a los ruedos en 2019, demostrado que es cierto lo que ya hace mucho aseguraba Einstein, que existe una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad. Y voluntad demostró a lo largo de la pasada temporada el torero murciano, que a fuerza de trabajo, de voluntad, de arrimarse y de verdad; de ofrecer un estilo tremendo y arriesgado ha logrado meter la cabeza en el primer circuito y hacerse un hueco entre los grandes.
Y en ese paquete, en lo más alto, acabó, un año más, Enrique Ponce, que volvió a ser el matador más firme, poderoso y seguro del ejercicio, procurando además ir perfeccionado su toreo hasta llevarlo a unas cotas extraordinarias, manteniendo, casi treinta años seguidos, un nivel no sólo excepcional sino que supera año tras año.
Andrés Roca Rey fue, sin duda, el torero novedad del ya pasado curso y el gran reclamo de cara a la taquilla. También en términos contables acabó como líder del escalafón, sumando más contratos que nadie y logrando más trofeos que ninguno de sus colegas.
El Juli, diestro poderoso y capaz donde los haya, fue fiel a sí y a su concepto y no se dejó comer terreno por nadie; estuvo en todas las ferias, dio la cara siempre y dejó para la historia el indulto de un toro en la Maestranza de Sevilla. Pocos toreros pueden presumir de algo similar.
También Juan José Padilla, en su última campaña en activo, fue él mismo, responsable y profesional como el primero hizo lo que la gente quiere que haga, al igual que El Fandi, que nunca defrauda a quien va a verle.
Talavante dio el disgusto anunciando de repente su adiós tras una campaña de fogonazos pero sin redondear y Manzanares siguió en su línea intermitente pero con su crédito intacto, mientras que de los nuevos sólo Álvaro Lorenzo ganó enteros. Román se vio perjudicado por varios percances muy inoportunos y no dieron de sí lo que se esperaba Ginés Marín ni José Garrido.
A caballo Diego Ventura y Andy Cartagena se salieron y Leonardo Hernández y Sergio Galán dejaron claro que están a la altura de los mejores y que no fallan cuando se les da oportunidad. Los Hermoso de Mendoza, a su aire y por libre, cumplieron un ejercicio de aclimatación y aprendizaje y Lea Vicens aprovechó para sumar actuaciones y acumular experiencia.
En el apartado ganadero volvió a quedar claro que hay varias ganaderías que siguen en un gran momento -Domingo Hernández-Garcigrande, Núñez del Cuvillo, Victoriano del Río, Algarra...- y que otras, más del lado duro -Alcurrucén, Fuente Ymbro, Joselito...-, tendrían que ser más tenidas en cuenta por y para las figuras.
El año se cerró, además, con luto, con la muerte de Emilio Oliva Fornell, Leonardo Muñoz y Joaquim Bastinhas, en un capítulo en el que hay que lamentar la desaparición del torero cómico Arévalo, de los rejoneadores Ángel Peralta, Luc Jalabert y Amina Assis; del apoderado portugués Francisco Penedo, los diestros en activo Mario Aguilar y el colombiano Andrés de los Ríos, el decano de los toreros, Angelete, último espada vivo de a cuantos otorgó Manolete la alternativa, David Renk 'El Texano', único diestro estadounidense que confirmó su doctorado en la Monumental mejicana, el banderillero Saturnino Astrain 'El Nino', los ganaderos Domingo Hernández, García Palacios, Luis Ángel Álvarez Quintana, dueño de Barralva, y Felipe Lafita; los médicos Ramón Vila y Julio Mendoza, el empresario Pedro Balañá Forts; el escultor Venancio Blanco, el pintor Eduardo Arroyo y el fotógrafo y también pintor Moratalla Barba y a quienes Dios haya concedido su gloria y paz.
Que nos otorgue, además, ilusión para este nuevo año que ahora comienza.
Acabó 2018 y antes de pensar ya en el nuevo año hay que recordar qué dio de sí, y de no, el anterior. Al empezar una aventura todo es esperanza. Al terminarla todo se ha hecho experiencia.
Finalizó 2018 con una nota esperanzadora, el anuncio que Paco Ureña hacía de su vuelta a los ruedos en 2019, demostrado que es cierto lo que ya hace mucho aseguraba Einstein, que existe una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad. Y voluntad demostró a lo largo de la pasada temporada el torero murciano, que a fuerza de trabajo, de voluntad, de arrimarse y de verdad; de ofrecer un estilo tremendo y arriesgado ha logrado meter la cabeza en el primer circuito y hacerse un hueco entre los grandes.
Y en ese paquete, en lo más alto, acabó, un año más, Enrique Ponce, que volvió a ser el matador más firme, poderoso y seguro del ejercicio, procurando además ir perfeccionado su toreo hasta llevarlo a unas cotas extraordinarias, manteniendo, casi treinta años seguidos, un nivel no sólo excepcional sino que supera año tras año.
Andrés Roca Rey fue, sin duda, el torero novedad del ya pasado curso y el gran reclamo de cara a la taquilla. También en términos contables acabó como líder del escalafón, sumando más contratos que nadie y logrando más trofeos que ninguno de sus colegas.
El Juli, diestro poderoso y capaz donde los haya, fue fiel a sí y a su concepto y no se dejó comer terreno por nadie; estuvo en todas las ferias, dio la cara siempre y dejó para la historia el indulto de un toro en la Maestranza de Sevilla. Pocos toreros pueden presumir de algo similar.
También Juan José Padilla, en su última campaña en activo, fue él mismo, responsable y profesional como el primero hizo lo que la gente quiere que haga, al igual que El Fandi, que nunca defrauda a quien va a verle.
Talavante dio el disgusto anunciando de repente su adiós tras una campaña de fogonazos pero sin redondear y Manzanares siguió en su línea intermitente pero con su crédito intacto, mientras que de los nuevos sólo Álvaro Lorenzo ganó enteros. Román se vio perjudicado por varios percances muy inoportunos y no dieron de sí lo que se esperaba Ginés Marín ni José Garrido.
A caballo Diego Ventura y Andy Cartagena se salieron y Leonardo Hernández y Sergio Galán dejaron claro que están a la altura de los mejores y que no fallan cuando se les da oportunidad. Los Hermoso de Mendoza, a su aire y por libre, cumplieron un ejercicio de aclimatación y aprendizaje y Lea Vicens aprovechó para sumar actuaciones y acumular experiencia.
En el apartado ganadero volvió a quedar claro que hay varias ganaderías que siguen en un gran momento -Domingo Hernández-Garcigrande, Núñez del Cuvillo, Victoriano del Río, Algarra...- y que otras, más del lado duro -Alcurrucén, Fuente Ymbro, Joselito...-, tendrían que ser más tenidas en cuenta por y para las figuras.
El año se cerró, además, con luto, con la muerte de Emilio Oliva Fornell, Leonardo Muñoz y Joaquim Bastinhas, en un capítulo en el que hay que lamentar la desaparición del torero cómico Arévalo, de los rejoneadores Ángel Peralta, Luc Jalabert y Amina Assis; del apoderado portugués Francisco Penedo, los diestros en activo Mario Aguilar y el colombiano Andrés de los Ríos, el decano de los toreros, Angelete, último espada vivo de a cuantos otorgó Manolete la alternativa, David Renk 'El Texano', único diestro estadounidense que confirmó su doctorado en la Monumental mejicana, el banderillero Saturnino Astrain 'El Nino', los ganaderos Domingo Hernández, García Palacios, Luis Ángel Álvarez Quintana, dueño de Barralva, y Felipe Lafita; los médicos Ramón Vila y Julio Mendoza, el empresario Pedro Balañá Forts; el escultor Venancio Blanco, el pintor Eduardo Arroyo y el fotógrafo y también pintor Moratalla Barba y a quienes Dios haya concedido su gloria y paz.
Que nos otorgue, además, ilusión para este nuevo año que ahora comienza.
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