ARANJUEZ (MADRID) Corrida de San Fernando

MORANTE SE ARREBATA ANTE LA RAZA DE EL JULI

LUNES 30 DE MAYO



   El agradable ambiente que se respiraba el día de San Fernando en Aranjuez iba camino de convertirse en sopor, pues los tres primeros Toros echaron por tierra la expectación de ver a Morante de la puebla cerca de Madrid aunque lejos de su ruedo, y a un Juli sin la tenaza de las ventas en su cuello.

   El sevillano, reaparecio tras el cuadro febril que le quitó de Córdoba y Granada, apenas dejó chispazos de su toreo a la verónica con el primero, que tomó las telas con fijeza pero se desentendió en el embroque y se paro después. Mientras que el tercero se movió sin franqueza. El de la puebla obligó con toques y voces fuertes para robar dos embestidas potables en cada serie, antes de que el toro dudara y mirar al cuerpo. Se esfumaban las esperanzas de verle torear.

   Sin embargo las dos orejas que cortó el Juli en el cuarto cambiaron el sino de la tarde y Morante salió espoleado por la raza y el triunfo del Madrileño y, cuando nadie se lo esperaba, un farol de saludo al quinto anunció que no todo estaba esrito.
   
   El capote del sevillano voló con más enjundia que duende, aunque un delantal llevando al toro al caballo dejó en el ambiente la promesa de algo grande. Y sí que lo hubo, primero con ese toreo a dos manos por alto y por bajo, ronco de lento y después con una serie de derechazos sublime, uno tan despacio que el buen "Descorchador" se nacionalizó mexicano. Pero hubo más, pues la muleta en mano izquierda voló tan tersa y grácil que los naturales fueron pinturas.



De vuelta a la derecha, los muletazos se relantizaron más, como si el tiempo se delitara y solo volvió a su ritmo normal con los faroles,molinetes  y adornos de sabor añejo. El espadazo desbordó la emoción del tendido que pidió las orejas antes de que el toro rodara sin puntillas. El deseo estaba cumplido.
   La tarde la habia roto El Juli  tirando de raza. La misma que le faltó a su primero, que solo le dejo brillar en un quite por chicuelinas de compás abierto, seguidas de tafalleras, cordobinas y una despaciosa revolera, pero ahí murió el fondo del toro y aunque Julián robó varios naturales y un derechazo mandones después, la sosería del animal ahogó el eco en el tendido. Pero el cuarto cambió todo. El "alcurrucén" tuvo mal estilo pero casta suficiente para que el Madrileño rascara una faena intensa, pues se olía el peligro en las embestidas prontas y revoltosas. El esfuerzo de Julián sucedía entre el silencio y el asombro, hasta que una voz disonante hizo que el madrileño se encargara con el tendido y, desde ese momento, la faena ganó enteros, pues el público supo valorar el tesón y el toro no tuvo más remedio que obedecer la dictatorial y honda muleta de El Juli. Dos orejas de ley.
No se conformó Julián y quiso redondear la tarde ante el remiso sexto, del que estiró sus viajes poco a poco, templado, paciente, seguro, hasta que su muleta hipnotizó al manso y le condujo con un poder descomunal.
   Sin embargo, cuando los muletazos en redondo, cambio de manos, naturales y pases de pecho surgían con más soltura. El Toro se desfondó y todo quedó en una oreja.



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