El toro de la pandemia (Reportaje)
Un nuevo examen para el ganadero: el toro de mucha hierba, manejo escaso y falto de preparación es el toro de 2021
Viendo las primeras corridas del año, Vistalegre y su cinqueño pasado aparte, puede que estemos ante un toro al que hayamos de acostumbrarnos. Ganaderías distintas y contrastadas como las de Cuvillo, los lotes de Justo Hernández, los de Juan Pedro Domecq, lo que cuentan de otras ganaderías de menor postín…han echado corridas que, con grandes virtudes de selección, han dado la sensación de tener dentro una vida escasa. Los que mejor condición de bravura mostraron, hasta los que indicaron ciertos tics de la llamada “mansedumbre”, coincidieron en que su fondo, su ímpetu, su empuje, duró muy poco. ¿Estamos ante un toro de una nueva “posguerra” o post pandemia?
Desde luego, el toro de posguerra (el inmediatamente posterior al año 1938) no tenía ni estas hechuras seleccionadas ni esta bravura seleccionada. Fue un toro muy desigual de tipos, casi el que había y no el que se había seleccionado. Ahora, tras un año y medio en blanco, estamos ante un toro lleno, con peso, pero de carnes sueltas y no apretadas la mayoría. Dicen los ganaderos que lo único bueno del año pasado fue la lluvia bien llovida, y este año ha sido igual. Ha habido hierba como para que el ganado se alimente y, sin ingresos, la tolva con pienso es un gesto monumental. Y sin el pienso que llene carnes, el correr y manejar y preparar las corridas para apretar las carnes llenas, es un error. No se puede hacer.
Hay toros, sí, pero no corridas a modo del año 2019. Es imposible que las haya. Y todos coinciden en que quizá deberemos acostumbrarnos a sus consecuencias.
Consultados los ganaderos que están lidiando en este 2021, todos coinciden lo mismo. El público y hasta el aficionado, desconocen la nueva realidad” que se vive en el campo. Un caos mayúsculo que desemboca en déficit o en precariedad. Las ganaderías tenían hasta 2019 una estructura de manejo razonable con previsiones, métodos de alimentación, fases, preparación física de los toros, etc.… Desde marzo de 2020, esto desapareció. En el campo se ha seguido el guion de la pandemia. Es decir, un caos. Anunciar corridas, suspenderse, aplazarse, no saber cuándo ni dónde se iba a lidiar. No saber cuándo iba a terminar la propia pandemia…
Si para un torero anunciado en Sevilla fue un caos no saber del aplazamiento hasta 48 horas antes, o en otra plaza donde se anunciaron toros, para el toro también es un caos. Hay que tener en cuenta que el ganadero suele preparar un año antes cada corrida de toros. Y no han podido hacerlo ni el año pasado, ni este año. Un ejemplo, todos los ganaderos coinciden en que, por ejemplo, sus corridas de septiembre no están manejadas y preparadas como antes de la pandemia.
Y con el caos como guion, sin en trabajo previo y un año visto, el toro sufre. Pocos aficionados saben esta realidad en la que coinciden todos los ganaderos que hemos consultado: que no hay corridas en el campo. Esta afirmación, por mucho que contradiga la realidad del exceso de toros por inactividad, No es una estupidez. Una cosa es que haya toros, que los hay, pero otra muy distinta es que haya corridas de toros manejadas de forma precisa. Alimentadas de forma precisa, preparada de forma adecuada, Hay toros, sí, pero no corridas a modo del año 2019. Es imposible que las haya. Y todos coinciden en que quizá deberemos acostumbrarnos a sus consecuencias.
El ganadero se va a tener que preparar para un añadido. Si cada corrida antes era un examen. Ahora lo va a ser mayor y más duro. Porque, aunque no se haya hablado ni razonado sobre este hecho, es imposible que, después de un año y medio a cero, el toro que salga sea igual. Imposible porque un año y medio con el manejo del toro variado, detenido y sujetado en mínimos casi de sustancia, tiene que notarse. Y notarse, no en tanto en su condición, sino en cómo puede desarrollar esa condición. Casi una cuestión física. Pero da la impresión de que la Tauromaquia, desde hace tiempo, ha convertido la narrativa del toreo en una cosa que se trata de que el toro, para un lado o para otro, es el gran culpable.
Todos coinciden que el toro pasado de edad, alimentado casi de urgencia y movido casi de urgencia, desarrollará mas su lado negativo que sus buenas condiciones.
Otra cosa es el caso de los cinqueños, que en Vistalegre han sido mayoría aplastante y casi con cinco para seis años. La mayoría, hasta el mejor, han acusado sentido. De tal forma que le grandes virtudes no las amplió por la edad, al contrario. El de nulas o escasas fue a peor y el de sentido fue aún mas duro. Los ganaderos consultados por este medio dividen sus opiniones sobre el cinqueño en un año normal. Para unos su experiencia es positiva y para otros no. Pero todos coinciden que el toro pasado de edad, alimentado casi de urgencia y movido casi de urgencia, desarrollará mas su lado negativo que sus buenas condiciones.
Con una temporada, la actual, en donde la previsibilidad, el traslado, los cambios en fechas y aplazamientos son el día a día, los toros que hay en campo, muchos, no tienen el manejo pautado, profesional, que ha tenido la ganadería española desde hace mucho tiempo. Algo que les ha distinguido del mismo sector en otros países que dan toros. Esta profesionalidad significa un trabajo y gasto a fondo perdido, pero con la mirada puesta en un mercado estable y conocido para el que son o non contratados. Un escenario en donde la estabilidad de fechas es absoluta, con un déficit de manejo de año y medio, ha de influir negativamente en el toro si o sí. No decirlo, no explicarlo, es hacer de menos al toro. Y al ganadero.
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