Aguilar un novillero de sentimiento
Dice el añorado poeta guanajuatense don Abraham Domínguez Vargas en su afamada Taurolira sobre el ser torero: “Ser torero es, distinguir las luces de la ovación. Entregar las aptitudes, la juventud, la pasión, la gracia, la inteligencia con taurino pundonor. Ir a incógnitas del toro -de genético eslabón, de leyendas, de pujanza, astas con besos de flor-, del potrero que ventean las primaveras y el sol”.
Traemos a la palestra este fragmento poético vargasiano en honor a quien este domingo 27 de octubre en el emblemático coso “San Marcos” de Aguascalientes habrá de actuar como segundo espada en la novillada del XXV Festival de Calaveras, no referimos al sin igual torero acalitense Miguel Aguilar, quien es un claro ejemplo de eso, de ser torero.
Se trata de un espada todo sentimiento, con una especial aptitud que trae en la sangre, la de la sensibilidad a flor de piel pues todo lo que hace es función del recuerdo que le dejó su hermano, el malogrado matador de toros Mario Aguilar.
Miguel es un novillero precisamente con esas actitudes de juventud, pasión, gracia, inteligencia y evidente pundonor, que se traducen en valor, afición y ganas de ser, que no se deja nada en el alma y el corazón cuando traza sus faenas en el ruedo con el astado que sea, siempre buscando distinguir las luces de la ovación que lo lleve al triunfo, tras haber ido a las interrogantes que le plantea el astado.
Por ello, para Miguel Aguilar ser torero es “brindar la muerte del toro a la amada en un cantar, hacer brindis al hermano que viendo torear está o a aquellos que ya se fueron en un lance natural”.
DATO
Miguel es un novillero con esas actitudes de juventud, pasión, gracia, inteligencia y pundonor, que se traducen en valor, afición y ganas de ser.
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