Enrique Patón, cincuenta años de su alternativa en Barcelona

La tomó en la Monumental, el 3 de septiembre de 1967, con Chamaco de padrino y Paquirri de testigo en un cartel completado por el rejoneador Álvaro Domecq.


     "Ya tiene Cataluña un nuevo torero en el escalafón taurino". Así informaba a sus lectores el semanario El Ruedo acerca de la alternativa de Enrique Patón, de cuya ceremonia se cumplen este mismo domingo, 3 de septiembre, cincuenta años. Bodas de oro, pues, para un diestro que permaneció en activo hasta 1977, cuando dijo adiós a la profesión en el mismo ruedo que le vio ascender al escalafón de matadores de toros diez años antes: el de la Monumental de Barcelona.

     El día de la ceremonia, 3 de septiembre de 1967, estuvo acompañado en el cartel por Chamaco, Paquirri y el rejoneador Álvaro Domecq, que a la postre fue el gran triunfador del festejo tras cortarle el rabo al toro de Sánchez Cobaleda que lidió.

     "Con más de tres cuartos de entrada se celebró la anunciada corrida en la que Enrique Patón, un diestro catalán, tomaba la alternativa", arrancaba la crónica, que añadía sobre la actuación del neófito: "Patón ha estado sereno y enterado en el toro de la alternativa, que le cedió, por cierto, Chamaco. Por desgracia, al empezar el paseíllo y durante la lidia de este toro empezó a llover. Público y músicos se distrajeron buscando tendidos a cubierto. Esto enfrió un tanto el trabajo de nuestro paisano, con una res difícil que echaba la cara arriba. La despenó de un pinchazo hondo, metisaca y media. Dio la vuelta al ruedo. El que cerró plaza se quedaba cortísimo y punteaba. Patón, con hambre de palmas, se apretó, hasta sufrir un achuchón. Mató al cuarto envite. Se le aplaudió con simpatía", escribía el cronista, Rafael Manzano.


DIEZ AÑOS COMO MATADOR Y MÁS DE VEINTE EN LA PROFESIÓN.

     Patón nació en 1943 en Figueres, localidad donde a sus trece años mató su primer becerro en octubre de 1956. Debutó con picadores en Sant Feliu de Guíxols el 13 de junio de 1965, “o sea, que estuve nueve años de becerrista”, matizaba en una entrevista publicada en APLAUSOS y realizada por Antonio Santainés. ¿Eran necesarios tantos años?, preguntaba el entrevistador al respecto: “En aquella época sí. Además, alternaba el toreo con mis estudios de Bachillerato Superior”.

     Toreó tres temporadas con los del castoreño, saliendo a hombros en su debut en Las Ventas en 1966: “Repetí cinco tardes más” y “cerré la temporada con 29 novilladas”. Luego, no fue fácil el inicio como matador: “De la alternativa al año setenta y dos pasé un bache, quizás porque la tomé precipitadamente y además cuando me doctoré llevaba cuatro meses sin torear porque había tenido una infección de estómago”. Fue con su segundo apoderado importante, Roberto Espinosa -Manuel Martín “El Recalcao”, mozo de espadas de Domingo Ortega, fue el primero- cuando abandonó el ostracismo: “A raíz de apoderarme él salí del bache y el primer año, en 1972, me puso en 19 corridas y al año siguiente en 21”. Aun así, decía: “Yo no creo en el apoderado en el momento actual de la Fiesta puesto que si el apoderado no pertenece a uno de los trust o de las empresas que se mueven en la Fiesta, no te comes una rosca. Antes era el torero el que hacía al apoderado y ahora es la empresa la que hace al torero porque han eliminado al apoderado. Mientras las cuatro empresas poderosas que existen controlen las principales plazas de España y a la vez los diez toreros que más torean, como Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como”.

     Llevaba toreadas en aquel octubre de 1977 cuando se despidió de las plazas un total de 30 corridas en Barcelona: “Ninguna de las llamadas comerciales”, matizaba para justificar uno de los motivos que más pesaron en su retirada. Fue entonces cuando decidió colgar el vestido de luces: “Los toreros, como artistas que son, se tienen que ir en plena gloria y en pleno apogeo, no porque se hayan “quemado” y quedado arrinconados”, afirmaba; y adelantaba tanto que seguiría toreando festivales como que no le habría importado seguir con el toro grande, “pero -también- con el dinero grande”.

     La tarde de su adiós, en plena Fira de la Mercè, toreó junto a su paisano Joaquín Bernadó y el recién desaparecido Dámaso González. Fue -le confesó a Santainés- su corrida mejor pagada.


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