EXHIBICION DE EL JULI
Se llevaron en hombros a El Juli después de una portentosa demostración de poderío y técnica, de autoridad y dominio, e incluso de torería cuando se lo permitieron sus ejemplares, que como toda la corrida de Domingo Hernández no anduvo sobrado de raza. Se movió en tierra de nadie el encierro salmantino y ese carácter ‘ni bueno ni malo’ también permitió a Morante y Talavante dejar su sello en el festejo. Toreo caro de uno e imprevisible del otro. Una oreja para ambos y felicidad para el público, que llenó el coso, participó en todo momento de cuanto sucedió en el ruedo y salió más contento que unas pascuas. El Juli comenzó a marcar su territorio en el segundo, que se movió pero no tuvo clase. El Juli, que se lució en un vistoso quite por chicuelinas y cordobinas, llevó a cabo una faena de dominio, canalizando la desordenada embestida del animal y sometiéndola por abajo. Tres molinetes con la zurda enroscados más abajo de la rodilla, unas apretadas luquecinas y las bernadinas de remate adobaron el guiso, rematado además de una sensacional estocada. Mientras duró, el quinto fue el que más clase tuvo. El Juli dibujó una primera parte con la mano derecha sensacional, acompañando mucho la embestida y componiendo con estética. Por el pitón izquierdo no fue igual el toro, que tuvo menos recorrido, y en el regreso a la derecha amagó con consumirse, pero en la corta distancia El Juli se desenvolvió como pez en el agua, y redondeó a lo grande la faena, con circulares interminables, uno de ellos empalmado a un cambio de mano, que puso a la plaza en pie. Otra estocada sin puntilla cerró la exhibición del torero madrileño. Morante no tuvo opción alguna con el que abrió plaza, toro con kilos pero poca fuerza, que claudicó en los primeros tercios y se defendió sin pasar en la muleta del sevillano. Tampoco estuvo sobrado de fuerza el cuarto, toro noble pero con el depósito de raza al límite. Quiso mucho Morante, que ya con el capote dibujó algún lance bellísimo, antes de brindar al público una faena iniciada con pases por alto en tablas que tuvo detalles de toreo caro. Como no pudo apretar Morante al animal el de La Puebla llenó la escena, revistió de torería la entrada y salida de las suertes, se adornó con gracia en los remates y mató al de Domingo Hernandez de una estupenda estocada. El colorado tercero tuvo cierta calidad pero quiso irse siempre. Lo sujetó Talavante primero en los medios y más tarde en el tercio y aunque el toro tendió siempre a perder el objeto después de cada muletazo la faena tuvo ligazón y entidad en su primera parte sobre todo. Destacó un explosivo comienzo con un pase de las flores y dos cambiados por la espalda -todo con la zurda- y un par de series de templada ejecución y mucha naturalidad en el trazo y las formas. Un pinchazo previo a la estocada le dejó sin oreja. Se dejó mucho el sexto y Talavante aprovechó ese ir y venir para desplegar su tauromaquia imprevisible. Después de un inicio con ambas rodillas e tierra desempolvó esa arrucina, también de rodillas, que estrenó en Aguascalientes y conmocionó Las Ventas la semana pasada. El clamor fue similar al madrileño y el mexicano y los tendidos se le entregaron al unísono para seguir con interés una faena variada, que tuvo también algún muletazo por la espalda, un intento de granadina, y varias series de figura erguida, que no forzada, que rezumaron soltura y naturalidad. Un pinchazo dejó el premio en una sola oreja pero el extremeño dejó huella una tarde más.
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